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Torrelodones, un lugar cercano que te lleva lejos

Torrelodones, un lugar cercano que te lleva lejos

Torrelodones, como todos nuestros municipios de la Sierra Madrileña, tienen mucho por mostrar y hay mucho por descubrir.

Continuamos con esta serie de artículos que nos llevan a descubrir nuestros pueblos de la Sierra Madrileña. En esta ocasión nos vamos a Torrelodones. Un municipio que se encuentra a unos 30 kilómetros de Madrid por la A6 y que os puedo garantizar que es muchísimo más que el famoso Casino Gran Madrid Torrelodones, aunque también.

El cercano inicio de la época estival nos hace ser precavidos por las altas temperaturas que se esperan, motivo por el que acudimos al refranero español y hacemos uso de “A quién madruga, Dios le ayuda”. Así, pues, llegamos a hora temprana, dejando el vehículo en las proximidades del ayuntamiento, centro neurálgico, como es habitual, de este precioso municipio que esconde muchas más sorpresas de lo que uno puede suponer cuando pasa raudo por la A6 buscando, en muchas ocasiones, traspasar los límites fronterizos de nuestra simpar comunidad.

Llegamos pues, hasta el pequeño, pero coqueto, ayuntamiento. Nos abraza calurosamente un sol que brilla en lo alto sin ninguna oposición. Avanzamos prestos en pos del singular edificio que se halla en la plaza de la Constitución. El edificio original ya existía en el S. XVII y durante muchos años llegó a alojar, además del ayuntamiento, el calabozo, el juzgado e, incluso por algún tiempo, la escuela. El edificio actual data del tercer tercio del siglo pasado y su construcción, si bien es sencilla, resulta bonita, hallándose perfectamente integrado con el resto del municipio y su arquitectura. Muy cerca, la calle Real, se halla llena de vida y gente, con terrazas ya a estas horas llenas de personas. Así, pues, decidimos ir a tomar un café antes de continuar con nuestra pequeña aventura. Nos atiende un joven y dicharachero camarero, alegre y simpático, forma de ser muy característica de todos los habitantes de nuestros pueblos de la Sierra Madrileña, como ya hemos descrito en anteriores artículos. El café fuerte, aromático, nos viene muy a cuento para aprovechar y posicionarnos históricamente respecto de este gran municipio.

Según parece, los indicios más antiguos que se han encontrado son las pinturas rupestres existentes en Canto de la Cueva, que demostrarían la existencia humana durante la Prehistoria. Así mismo, se debe mencionar la aparición de sepulturas de la etapa visigoda. Sin embargo, lo más destacable es la Torre-Atalaya construida por la población andalusí con el fin de reforzar diferentes enclaves de la Marca Media, que coincidiría de algún modo con la actual Comunidad de Madrid.

Andando en el tiempo, Felipe IV en el año 1630, concedió a Torrelodones el Privilegio Torrelodones, un lugar cercano que te lleva lejos de las Cinco Leguas y se dotó al municipio de algunos beneficios para afrontar la llegada de viajeros. En 1728, Felipe V le otorgó el privilegio de Villazgo. Torrelodones forma parte de dos rutas importantísimas de la Comunidad de Madrid, la Ruta Imperial, y la Ruta por los Castillos, Fortalezas y Atalayas.

El café queda atrás y, a pesar de nuestro lento caminar, no tardamos mucho en llegar a la Fuente del Caño, construida en el siglo XVI y realizada en su totalidad en granito al estilo herreriano y muy acorde con la arquitectura de la Sierra Madrileña. Se halla coronada por un frontón triangular, en cuyo centro apreciamos un escudo nobiliario, al parecer perteneciente a la Casa Ducal del Infantado y del Condado del Real de Manzanares. En la actualidad ha sido cambiada de su ubicación original, siendo el pintor Manuel López-Villaseñor el que se encargó del ajardinamiento y de las dos extensiones laterales donde se dispusieron asientos. Un busto del pintor se encuentra en uno de los laterales de este jardincillo, el cual invita a sentarse para meditar bajo sus altos árboles.

Avanzamos, pues el tiempo corre y aún queda mucho por hacer, para llegar a la preciosa Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora. Su construcción data de los siglos XVI y XVII. Se trata de un edificio de una sola nave, es pequeña pero acogedora, de estilo rural y bien cuidada. Nos reciben tres lapidas de granito de 1650 una y las otras dos de 1722. En el exterior el sempiterno granito con tejado de tejas rojas y espadaña con sus campanas. En el interior, descubrimos un retablo atribuido a José de Churriguera, así como una talla barroca en madera policromada de la Virgen y que utiliza como pedestal un fragmento de las columnas churriguerescas del mencionado retablo. Dos altas vidrieras rectangulares inundan de colorida luz el altar. Su artesonado en madera produce una sensación de recogimiento que al instante te llena de paz.

Nuestra siguiente parada no puede ser otra que la Atalaya, la cual se encuentra a unos diez minutos de nuestra posición. El recorrido es sencillo, a la par que muy recomendable. Un potente sol nos acompaña todo el trayecto y a la llegada sus rayos coronan, cual increíble nimbo, la bien reconstruida torre. La Torre de los Lodones está fechada en el siglo X, al parecer formaba parte de un sistema defensivo llevado a cabo por las autoridades locales del Califato de Córdoba que intentaban frenar el avance de los reinos cristianos. Según cuentan, aquí acostumbraba a pernoctar Felipe II cuando iba a El Escorial. No es de extrañar, pues las vistas resultan sobrecogedoras por su belleza.

Es hora de regresar al vehículo para poner rumbo al Palacio del Canto del Pico, aunque sea para vislumbrarlo en la distancia, pues el acceso no está permitido. Fue construido en el año 1920, de estilo modernista, y mandado levantar por el Conde de las Almenas a 1.011 metros de altitud, lo que permite que se pueda divisar 37 localidades de la provincia. En 1940, al fallecer el Conde de las Almenas, este se lo legó a Franco, quien lo utilizó durante 35 años como finca de recreo. Una vez fallecido, el edificio sufrió multitud de robos y destrozos. En 1998 un incendio estuvo a punto de destruirlo por completo. Actualmente el palacio ha sido declarado Bien de Interés Cultural. Sin embargo, se halla muy deteriorado, aun así, en la lejanía, el edificio resulta espectacular.

Es hora de marcharse, pero haremos una última visita fugaz, en este caso a la Presa del Gasco o Presa de Carlos III. Proyecto colosal de ingeniería civil del siglo XVIII. Se encuentra situada sobre la garganta del río Guadarrama, en un paraje protegido y sin igual. Baste decir que cuenta con 93 metros de altura, lo que la convirtió en la más alta del mundo de aquella época. La idea era hacer la presa y el canal de Guadarrama, con el objetivo de retener el caudal del río y conectar Madrid con Sevilla a través de un canal navegable. El proyecto finalmente fracasó por distintos motivos, pero afortunadamente parte de ella quedó para la posteridad en un enclave tan bello como es el Parque Regional del curso medio del río Guadarrama.

Como siempre, nos queda mucho por ver, pero háganme caso, mejor que se lo cuente yo es que lo visiten ustedes, porque Torrelodones, como todos nuestros municipios de la Sierra Madrileña, tienen mucho por mostrar y hay mucho por descubrir.

 

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