Boadilla del Monte, majestuosa fusión entre historia y naturaleza
En un entorno natural ciertamente privilegiado, muy cerca del Parque Regional del Curso Medio del río Guadarrama y a la vez de nuestra bella capital, se encuentra un municipio moderno que cuenta con impresionantes urbanizaciones y con una importante ciudad financiera, la del Banco Santander, pero que, les aseguro, su casco antiguo es mucho más que todo eso. Como ya habrán adivinado, en esta ocasión hemos venido a visitar Boadilla del Monte, un precioso municipio de nuestra Sierra Madrileña que esconde fastuosos tesoros arquitectónicos.
Como en muchos de nuestros municipios, en Boadilla del Monte se han hallado restos arqueológicos que indican que a finales del primer milenio existió algún tipo de asentamiento árabe. Fue en el año 1208, tras la Reconquista, cuando el rey Alfonso VIII encomendó la división territorial entre los términos de Segovia y Madrid, pasando Boadilla a pertenecer a nuestra actual Comunidad. El señorío de Boadilla perteneció a múltiples propietarios, hasta que en 1761 fue adquirido por el infante don Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio, hermano de los reyes Fernando VI y Carlos III. Don Luis le encargó al gran Ventura Rodríguez la construcción de su palacio, el cual fue adquirido por el Ayuntamiento en 1998.
Durante el pasado siglo, Boadilla del Monte, como tantos otros pueblos de Madrid, sufrió importantes daños durante la Guerra Civil, por lo que, en gran medida, tuvo que ser reconstruido. En la actualidad estamos ante un municipio moderno capaz de aunar el pasado con el presente con total naturalidad y que conserva su patrimonio histórico y cultural con excepcional maestría.
Nuestra primera parada, como no podía ser de otra manera, es en las proximidades del Palacio del Infante Don Luis. Parece ser que el palacio actual fue levantado sobre otro anterior que había sido denominado Palacio de las Dos Torres. Como hemos indicado anteriormente, éste, fue adquirido por Luis de Borbón, que encargó al insigne madrileño Ventura Rodríguez la construcción del nuevo palacio. Se trata, en su exterior, de una construcción austera, con forma rectangular compuesta por tres cuerpos principales y tres alturas, destacando dos torres que sobresalen ligeramente del edificio, así como las escalinatas que llevan a los jardines y que son dignas de ser contempladas con detenimiento, al igual que los jardines de trazado regular y de estilo italiano.
Caminamos lentos por el parque hasta rodear el edificio y llegar, así, a la fachada principal. La calle, semipeatonalizada, se encuentra repleta de paseantes y gente que realiza actividades deportivas y que, a mitad del edificio, nos muestra otro de los monumentos que hemos venido a visitar, la Fuente de Ventura Rodríguez, también conocida como Fuente de los Tres Caños. Fue proyectada a la par que el Palacio, en estilo neoclásico. En realidad, se trata tan solo del frontal de un conjunto, ya que su función global era la de regular el abastecimiento hidráulico del Palacio y aledaños. La parte más monumental, como decimos, está realizada en granito y compuesta por tres pilas e iguales caños decorados, siendo la central de mayor tamaño. El lugar, sin duda, invita al reposo, especialmente en un día soleado como hoy en el que todo el conjunto y el ambiente simplemente resultan deliciosos.
Sin embargo, debemos continuar con nuestra visita. Así pues, avanzamos hasta llegar a la Iglesia de San Cristóbal, la cual está datada en el siglo XVIII. Se trata de un bello templo con influencia mudéjar compuesta por tres naves separadas por arcos. Como indica el cartel que se halla junto al edificio: Destaca su campanario, de base maciza, lo que tal vez permite pensar en la reutilización de una atalaya. En 1944 fue reconstruido tras los daños sufridos durante la Guerra Civil.
Subimos despreocupados entre callejuelas, bien diseñadas y cuidadas, hasta alcanzar el muy cercano Convento e Iglesia de la Encarnación. Fue inaugurado en 1674 y declarado Monumento Nacional en 1980. Levantado en ladrillo, destaca por su trazado barroco sencillo y austero no exento de gran belleza que insta al visitante al recogimiento y, por qué no, al hospedaje, ya que las dependencias de la antigua clausura han sido rehabilitadas y ahora forman parte de un hotel y un restaurante.
Subiendo por la misma calle, a no mucha distancia, hallamos la Ermita de San Sebastián del siglo XVII y que recientemente ha sido restaurada. Se trata de un templo barroco realizado a base de ladrillo y teja roja que no debería pasar inadvertido para el visitantes de este gran municipio de la Sierra Madrileña y del que, muy a nuestro pesar, debemos despedirnos. Mucho nos quedaría por ver y por hacer en Boadilla del Monte, como las rutas a caballo o en bicicleta, así como las múltiples rutas de senderismo que salen del municipio. Pero como a nosotros no nos resulta posible, les invitamos a ustedes, aguerridos lectores, a descubrir todo lo que les hemos contado y lo que no, ya que les podemos asegurar que se llevarán una muy grata sorpresa.
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