Sí, como en los tiempos de caciquismo, aquí se compran votos. He visto hace unos días un video en el que un ejecutivo de una empresa describe el sistema que las izquierdas han creado. Se trata de sacudir golpes fiscales a los que crean riqueza. Esto es muy propio del estilo de las izquierdas, y a veces de las derechas también. Al que se mueve le pones un impuesto, si se sigue moviendo, le subes el impuesto, y cuando se ha parado, es entonces cuando le das una subvención. El cuento lo relató por primera vez Ronald Reagan. Aquí lo hemos convertido en una versión más goyesca. Le plantas un impuesto al que llamas rico. Si se marcha a otro país le acusas de escapar a un paraíso fiscal. Le pones en contra a las masas, pides que le acosen en las redes, siembras el temor. Y con el dinero que recaudas prometes viajes gratis a los jóvenes para ver si así te votan.

Es como la vivienda. Si los precios están altos culpas a los “especuladores”. Estos son todos los que tienen pisos en los que han puesto sus ahorros o su capital, para tener ingresos. Si al intervenir el mercado los precios suben, insistes en culpar a los propietarios. Mientras, dices que vas a levantar unos miles de viviendas sociales. No lo haces. Los precios se disparan. Está claro que los canallas titulares de viviendas están en contra de los planes sociales del gobierno. Es el momento de expropiar e incautarse de viviendas. Nunca resuelves el problema, porque nunca quieres resolverlo. Si se termina la cuestión, tu papel ha terminado. Mantener viva la causa es la razón para que te voten.

Hacen lo mismo con los alimentos. Ahora están diciendo que quieren crear un supermercado con precios justos. Será la ruina, el nacimiento de un mercado negro, la razón de la expropiación. Todo esto ya ha ocurrido. Lo realmente sorprendente es que haya personas que lo vuelvan a creer, que sigan pensando que la izquierda resolvió alguna vez algo. Compran el voto. Eso sí, siempre lo hacen con el dinero ajeno.