Cuanto más herida y acosada está la nación española, cuanto más castigan los actuales gobernantes a los españoles, con mayor fuerza resuena en la conciencia colectiva el eco de nuestras gestas pasadas. Paradójicamente, cuanto más pequeña y mezquina es la España que han mutilado impunemente los enemigos internos de la Patria, más grande luce en nuestra memoria la obra de la Hispanidad, eterna, infinita.

Como dijo Blas Piñar, "nosotros no hemos inventado la Hispanidad, nos hemos limitado a bautizarla, a darle un nombre. Monseñor Zacarías de Vizcarra, Obispo de Acción Católica, fue el feliz descubridor de la palabra".

Cada 12 de Octubre, cielos y tierras se cubren de rojo y gualda para recordar algo que todos deberíamos grabar a fuego en nuestros corazones desde la más tierna infancia. Somos españoles y eso no es cualquier cosa. Somos hijos de una nación que fue imperio para llevar a todo el mundo lo mejor que Dios nos entregó: una Fe, una cultura, un sentido de la existencia. España como unidad de destino en lo universal, como vocación natural, como misión transcendental.

Aquella España que atravesó Santiago el Zebedeo, y que vio cómo la Santísima Virgen se aparecía por primera vez a orillas del Ebro, asumió con determinación el papel que Cristo le había encomendado en la imprescindible tarea de la civilización universal. Y aprovechó la audacia y el coraje de una reina con alma de rey para evangelizar América tras su heroica conquista por Cristóbal Colón, en el acontecimiento humano más relevante de la Historia tras el nacimiento de Jesús en un portal de Belén.

España, vocación y pasión. España, tierra de María. España, estirpe de los mejores. Los enanos que hoy te intentan ensuciar con sus calumnias no merecen ser tus hijos. Los que te embarran y te azuzan, apenas pueden alcanzar tu sombra inmensa, majestuosa. Y sin embargo, quizá porque tantos santos has visto nacer y predicar en tus campos y en tus montes, tienes sitio en tu corazón para todos ellos, por si quieren arrepentirse algún día.

España, siempre tu luz. España, tu tradición y tu ejemplo. Mientras haya memoria de tu pasado, no faltará un español que reivindique tu obra gloriosa, irrepetible. Seremos pocos, y cada vez menos, pero como Pizarro, Juan de Austria, Hernán Cortés o el Duque de Lerma, sostendremos nuestra pica con firmeza, y jamás arriaremos la Cruz de Borgoña ni la rojigualda. Seremos dignos hijos de nuestra Patria por todos aquellos que han elegido la inmundicia y la ruindad de la cobarde traición.

En este tiempo de realidades ínfimas, nosotros alzamos la voz por esta nación de quince siglos, crisol de pueblos y culturas, tierra de guerreros y conquistadores, espacio común donde se erigieron tantas obras que parecen buscar el rostro del Creador. Nuestra vieja e indestructible España, por donde pisaron San Juan de la Cruz y Santa Teresa, Don Pelayo y El Cid, Isabel y Fernando, Franco y José Antonio. Por ellos, y por nosotros, gritamos un Viva España emocionado.