MUNDO ANIMAL | Fermentados y salud animal

En los últimos años ha crecido el interés por la alimentación natural de los animales. Debido a esta tendencia, muchas personas se animan a ofrecer alimentos saludables que creen beneficiosos, sin imaginar que algunos no son bien tolerados por sus mascotas. Con el aumento de la conciencia sobre la nutrición, los hábitos saludables y la microbiota en humanos, es común suponer que lo mismo se aplica a los animales.
Dentro de estas nuevas tendencias están los alimentos fermentados. Un fermentado es un alimento que cambia sus características gracias a la acción de microorganismos, como bacterias y levaduras. Éstos transforman el alimento en compuestos más fáciles de digerir, alterando su sabor y textura, además de prolongar su conservación sin que se deteriore. Algunos ejemplos de alimentos fermentados son el chucrut, el yogur, el kéfir de leche, el kéfir de agua, los encurtidos fermentados, la kombucha y los quesos, entre otros.
Los fermentados ofrecen múltiples beneficios: mejoran la digestión, pueden ayudar en problemas digestivos y disbiosis intestinal, refuerzan el sistema inmunológico y, además, producen vitaminas, ácidos grasos de cadena corta como el butirato y sustancias antimicrobianas. También poseen acción antiinflamatoria y disminuyen la permeabilidad intestinal. Ante estos beneficios, ¿quién podría resistirse a ofrecer estos productos a sus mascotas, imaginando ventajas nutricionales extraordinarias? Sin embargo, es fundamental tomar ciertas precauciones antes de incluirlos en la dieta de perros y gatos.
Lo primero a considerar es que no todos los fermentados son adecuados para ellos. De hecho, los más beneficiosos para la salud digestiva de los perros y gatos son los fermentados de leche de cabra sin lactosa. ¿Por qué esta opción? La leche de cabra contiene menos caseína y lactosa, lo que la hace más segura para ellos. Muchos animales son intolerantes a la lactosa y no deben consumir lácteos si tienen alergias o insuficiencia renal.
Es importante introducir estos productos de manera gradual, en pequeñas dosis, observando siempre la reacción del animal. En el caso del kéfir de leche de cabra sin lactosa, se recomienda no exceder una cucharadita en animales pequeños y un par de cucharadas en aquellos de más de 25 kg. Si el animal lo tolera bien, puede administrarse diariamente, solo o mezclado con el alimento. En gatos, no se debe superar la media o una cucharadita diaria.
Los yogures deben ser naturales, sin lactosa, sin sabores ni edulcorantes. En cuanto al queso de cabra, este debe ser natural, sin sal ni aditivos, y puede ofrecerse como premio en pequeñas cantidades, un par de veces por semana. El requesón, por su suavidad y fácil digestión, también es una buena opción, siempre sin sal ni añadidos, y con la misma frecuencia que el queso.
El kéfir de agua, al no contener lactosa, es una alternativa adecuada para mascotas con intolerancia a los lácteos. Su alto contenido en agua ayuda a mantener la hidratación. No obstante, siempre se deben observar las reacciones individuales y no exceder las cantidades recomendadas.