MUNDO ANIMAL | Ladridos desde el cielo

Y su luz se apagó. Sus ojitos se cerraron para siempre unos días antes de Navidad. Los tres hogares que tuvo antes del mío desfilaron por su memoria, pero fueron los últimos doce años, compartidos conmigo y los míos, los que marcaron su vida… y la nuestra. El vacío que dejó su partida solo puede entenderlo alguien que ama a sus animales y los considera parte de su familia. Cuando IO se fue, se llevó una parte de nuestra alma, pero nos dejó una historia que siempre será parte de nosotros.
Sabía que escribir estas palabras me haría llorar, que su recuerdo me pondría un nudo en el estómago. Pero ella, mi pequeña guerrera de 3 kilos, y tantos como ella, merecen este homenaje. No quiero escribir desde la tristeza, porque su partida no significa que ya no estén con nosotros. Su presencia sigue viva en su amor, en su recuerdo y en la esperanza de que, algún día, volveremos a encontrarnos.
El vínculo que creamos con nuestros animales es tan profundo que, cuando ya no están, algo se rompe en nuestro interior. Pasaremos por el duelo: lloraremos, lo negaremos, nos aferraremos al pasado, creyendo que al despertar sentiremos su nariz húmeda o escucharemos sus ladridos. Pero ahora esos ladridos nos llegan desde el cielo.
Como veterinaria, he sido testigo de muchas despedidas. Últimas caricias llenas de amor, intentos de detener el tiempo, lágrimas que algunas personas ocultan por pudor. Un amor tan grande que las palabras no alcanzan para describirlo, pero un gesto lo dice todo. Si tuviera que resumir el alma de estos pequeños guerreros, destacaría su fidelidad, su amor incondicional, su bondad, y esa mirada que lo dice todo. Y sí, puede parecer un cliché, pero he encontrado más animales con corazones nobles que con mal carácter sin razón.
Este año, muchos peluditos han estado luchando, ganando días, semanas y meses. Venciendo al tiempo, disfrutando de la vida rodeados del amor de sus familias. Comiendo más chuches de las permitidas, porque, ¿qué importa eso cuando estás burlando a la muerte y desafiando enfermedades terminales? Este homenaje no es solo para IO, sino también para mis pacientes que ya se despidieron, y para las personas que los acompañaron, los disfrutaron, y los añoran. Para aquellos que aún necesitan tiempo para digerir su pérdida, pero que, poco a poco, logran mirar su foto y sonreír.
Porque ellos nunca se van del todo. Siempre estarán ladrando, desde el cielo.