Situado frente a sus contradicciones y sus fracasos, el gobierno ha puesto en marcha el mecanismo del linchamiento. En la práctica consiste en señalar a los culpables del desastre. Todo problema debe tener un responsable, y ese responsable nunca es el gobierno sino algún agente del sabotaje, un enemigo del pueblo, un pérfido capitalista que se aprovecha de la situación para el lucro.  Así, las causas de los crímenes contra las mujeres son los hombres en sí mismos, todos los hombres. La excarcelación de los violadores tiene causa en los jueces conservadores, nunca en las leyes mal escritas que se envían al congreso, y que el congreso aprueba sin casi leerlas, sin meditar en sus consecuencias. Ni siquiera se admite la crítica.

Así, el gobierno y sus oficinas ha empezado a señalar a periodistas. Ya lo hizo Zapatero con una obscena exuberancia y mucho jolgorio de la jauría socialista. Lo repite Sánchez cuando señala con nombres y apellidos a los que no le gustan, porque no le jalean los paseos en bicicleta, tan escasos, y se fijan sobre todo en sus viajes en falcon por lo ancho y largo de este mundo.

A Sánchez le imitan en el linchamiento iletradas como Pam, que se presenta en sus comparecencias con unas fotos de varios periodistas que le molestan como si fueran el diablo en un aquelarre. Ahora el señalado como primer culpable de los precios de los alimentos y del jabón de fregar es Juan Roig, que tiene una cadena de distribución alimentaria.

Pero subamos el tono con un grado más en el linchamiento. La facultad de periodismo de la complutense ha lanzado una campaña de dentelladas izquierdistas contra el nombramiento de alumna ilustre de la Universidad para la presidenta Ayuso. Ayuso estudió comunicación en esa misma universidad. Uno entiende el linchamiento. ¿Cómo es posible que una estudiante de ciencias de la información no haya salido izquierdista? Es lo que se preguntan los impulsores de esta protesta, que parten de la idea de que tal caso se trata de un error que no puede servir como ejemplo para otros periodistas, que si no son de izquierdas, no lo pueden ser. Mientras,  la Asociación de la Prensa, como hace siempre que el linchamiento lo sufre alguien que no es de izquierdas, guarda un silencio vergonzoso y vergonzante.