De nuevo, los muertos
Llegó el día 21 de abril trayendo consigo el esperado debate televisivo de los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid en las próximas elecciones del 4 de mayo. Y así, tal y como llegó, se fue… sin pena ni gloria. Más de lo mismo… Como no podía ser de otra forma, Pablo Iglesias dio la primera en la frente nada más abrir la boca, invitando a los telespectadores “obreros” a denunciar a sus jefes -opresores empresarios- en caso de que se vieran privados de la posibilidad de ausentarse del trabajo durante el tiempo necesario para ejercer su derecho al voto el próximo 4M. Esto no es un asunto menor, aunque haya pasado casi desapercibido en los posteriores corrillos y análisis del debate. Pablo Iglesias -recordemos hasta hace pocos días vicepresidente del Gobierno de España- volvió a insultar la democracia española.
Tal vez habría que recordar al señor Iglesias que en España, vivimos en democracia y en libertad, y la sana práctica de ejercer el voto está absolutamente naturalizada. Aquí, no existe una horda de “empresarios tiranos” que impiden a sus empleados ausentarse el tiempo que estima la
ley oportuno para manifestar su voluntad en las urnas. Esas quizás sean prácticas más habituales en las repúblicas bananeras a las que el señor Iglesias acostumbra a asesorar y que son su paradigma de estado ideal. Pero esto es España y, de momento, por mucho que los suyos traten de coartarnos la libertad en todos los sentidos y someternos a su modelo de verdad única y absoluta, de intervención, de okupación… de momento, esas instituciones que ellos denostan permanentemente y tratan de aniquilar, nos aparan, nos protegen y nos brindan la potestad de elegir como pueblo a nuestros representantes políticos.
Fue una lástima que prácticamente el primer cuarto de debate se dedicara a los muertos por la pandemia. Y lástima que los tres partidos de la Izquierda -PSOE, Más Madrid y Podemos- lo hicieran utilizando a las víctimas como arma política arrojadiza contra la presidenta de la Comunidad de Madrid -ahora candidata-, Isabel Díaz Ayuso. Una práctica nauseabunda.
Pero la máxima desfachatez de Iglesias fue echarle en cara a Díaz Ayuso la nefasta gestión de las residencias de mayores en Madrid, cuando fueron responsabilidad suya al asumir su gestión después de que el Gobierno de Sánchez decretara el Estado de Alarma y centralizara todo el poder en el mando único de su ejecutivo. En los peores momentos, los más duros, Pablo Iglesias era el responsable de aquellas residencias en las que, sin embargo, ni estuvo ni se le esperaba.
Iglesias y Sánchez, tanto monta… no visitaron un solo hospital, una sola residencia… sin embargo, se atreven a criticar la gestión valiente, proactiva y decidida de la presidenta Ayuso. Porque Isabel Díaz Ayuso no solo gestionó la creación del Hospital en IFEMA en tiempo récord, y lideró la construcción del nuevo Hospital Enfermera Isabel Zendal, sino que ella sí estuvo con los madrileños. Ayuso sí estuvo en los hospitales preocupándose por los enfermos y los sanitarios; sí estuvo en el Palacio del Hielo honrando a los fallecidos y acompañando a tantas familias en su dolor; sí estuvo en la Catedral de la Almudena y lloró. Ayuso estuvo y lloró junto a los madrileños.
A los manipuladores morados y a los de la flor roja no les importa Madrid ni los madrileños. En su narcisismo egocéntrico, solo se importan a sí mismos, sus viajes en falcón o su relajada vida en el casoplón de Galapagar. No les importa la seguridad, la educación, la prosperidad ni la libertad de los ciudadanos de Madrid. Pero los madrileños aún tenemos libertad para votar..
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