La auténtica doctora Frankenstein
Algunos me acusan ser el doctor Frankenstein, de haber fabricado un monstruo. Pero, no fui yo. Bien es verdad que fui el primero en llevarle a la televisión nacional, cuando, en abril de 2013, le invité a participar en la tertulia política que entonces dirigía, El Gato al Agua. Tenía lugar por esos días esa iniciativa de “Asedia el Congreso”, una manifestación convocada por diversos colectivos que pretendía repetir el éxito de movilizaciones anteriores que, bajo el eslogan de “Rodea el Congreso”, tuvieron lugar ante el Parlamento en septiembre del año anterior.
Al carecer de un portavoz autorizado al que entrevistar, un compañero de Intereconomía Televisión, el periodista Fernando Díaz Villanueva, consumado experto en “perro-flautismo”, le recomendó a mi equipo que probásemos con un profesor con coleta, muy de izquierdas, que daba clases de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense.
Así fue como Pablo Iglesias vio realizado su gran sueño, aparecer en una televisión nacional que le otorgase la visibilidad que no tenía en su espacio en una cadena local, llamado La Tuerka.
Ya en el programa, su saludo inicial tras darle la bienvenida fue: “Lo primero, daros las gracias por la invitación; es un gusto cruzar las líneas enemigas y charlar en territorio comanche…” Le pedí que prescindiese de esos prejuicios porque soy de la opinión de que, como escribió Miguel de Unamuno, “no es la unanimidad que nos mantiene unidos, sino la conversación”.
Confrontó sus ideas con otros invitados de esa noche, como Federico Jiménez Losantos y Alejo Vidal Quadras y, a partir de ese momento, no solo le mantuve como contertulio habitual, sino que hice lo propio con su compañera de entonces, la diputada de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid, Tania Sánchez Melero, tal como él me pidió.
En los meses en los que acudió regularmente al programa, se convirtió en un personaje conocido, pero, si empezó entonces a ser invitado por otras cadenas, como “Cuatro” o “La Sexta”, que le encumbraron y jalearon como el gran ideólogo de la izquierda del momento, fue por orden de Soraya Sáenz de Santamaría. Tal como ha apuntado el siempre brillante y perspicaz periodista Eduardo Inda en OKDiario, fue la entonces vicepresidenta de Mariano Rajoy, preocupada ante los casos de corrupción que amenazaban las expectativas electorales del PP, la que ideó la estrategia de fomentar la creación de un partido radical de extrema izquierda para fragmentar un espacio político que, hasta entonces, solo ocupaba el PSOE. Prescindí de Pablo Iglesias en diciembre de 2013. Dos meses más tarde, creó Podemos.
Agradezco, por tanto, el dudoso honor que algunos me atribuyen de ser el creador del monstruo, pero el mérito, y por tanto la responsabilidad de lo que después ocurrió, recae en la auténtica doctora Frankenstein, que no es otra que aquella que dejó el bolso en el escaño vacío del presidente del gobierno, en esa tarde de junio de 2018, en la que la derecha española fue desalojada del poder mediante una moción de censura.