Feliz Navidad
Afortunadamente, llega la Navidad. Días de familia, de recogimiento, fervor y buenos deseos. Se acaba un año, 2019, que parece no haber existido. Su página para la historia se ha quedado en blanco, entre elecciones y votaciones, campañas, promesas, incumplimientos y falta de dialogo. Y mientras, la casa sin barrer.
Si algo bueno tiene 2019 es que se acaba. Decimos adiós a un año en el que el crecimiento económico de España ha sido el más bajo desde la Gran Recesión, el consumo de los hogares ha registrado su menor avance desde 2013, nuestra tasa de paro ha sido la más alta de Europa, empatados con Turquía y solo por detrás de Grecia, el gasto público ha crecido al mayor ritmo de la última década y nuestra deuda ha superado el 100 % del PIB.
Cerramos un calendario en el que hemos anotado más división entre los españoles, con una Memoria Histórica que ha seguido escarbando en heridas que parecían cerradas, con una fractura social en Cataluña que tardará décadas en cicatrizar, con una crisis de valores galopante, con una cristianofobia imparable, y con un indisimulado odio entre ideologías políticas.
Pero, afortunadamente, llega la Navidad. La estrella de Belén ilumina un humilde portal en el que un Niño nos obsequiará con el milagro de la vida, el amor, la concordia, el entendimiento y la solidaridad. Y vendrán los Reyes Magos. Melchor, con el oro de la prosperidad y riqueza económica que tanta falta nos hace. Gaspar, con incienso, símbolo del fervor religioso, del respeto a los ritos y la tradición que algunos quieren enterrar. Y Baltasar, con mirra, esa resina aromática tan valorada en la antigüedad, utilizada en la elaboración de medicinas, muy necesarias para curar nuestros males, y empleada también para diluir tinta en los papiros. Será de utilidad para borrar los tachones en el libro de nuestros éxitos.
Parece mentira, pero, más de dos mil años después, los presentes de Sus Majestades de Oriente siguen más vigentes que nunca. La Navidad llega para despertar al niño que todos llevamos dentro, para congraciarnos con la especia humana, a pesar de todos sus errores, para soñar con los Reyes Magos y creer en un mundo mejor. Porque, como dijo el escritor belga Maurice Maeterlinck, “la desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo”.
Feliz Navidad.