Anestesiados ante la impunidad
El 24 de febrero de 2015, la factura de la luz alcanzó un máximo de 52 euros por Megavatio Hora. Ese día, Pedro Sánchez, en la oposición, acusaba al presidente Rajoy de la subida del 13 % del precio de la electricidad y decía que su gobierno le salía muy caro a los españoles.
En febrero de 2017, CC.OO. y UGT convocaron manifestaciones en casi 40 ciudades españolas para protestar contra la subida de la luz. En enero, el IPC había sido del 3 % y el precio medio de la factura de la luz, ese año, fue de 52,42 euros por Megavatio Hora.
En abril de 2018, Pablo Iglesias, megáfono en mano, se manifestaba ante la sede de Competencia para denunciar que el precio de la luz era abusivo. El Megavatio Hora estaba a 61,42 euros. A pleno pulmón, decía: “Un gobierno que protege a la gente tiene que enfrentarse a las eléctricas. Hace falta ya un gobierno patriota que diga que la luz es un derecho”.
Las cadenas de televisión hacían programas especiales sobre la “pobreza energética” y los dirigentes de la izquierda aseguraban que, cuando ellos gobernasen, bajarían el precio de la luz y obligarían a las compañías eléctricas a recortar sus márgenes de beneficio.
Ahora ya gobiernan —llevan casi cuatro años haciéndolo— y la inflación se ha disparado al 7,6 %, la más alta de los últimos 36 años. La electricidad, este mes de marzo, ha registrado precios medios de más de 500 euros por Megavatio Hora, alcanzando picos por encima de los 700. La gasolina ha rebasado los 2 euros por litro y el precio del gas ha pasado de 17,36 euros por Megavatio Hora en marzo de 2021 a 159 euros en marzo de 2022, un crecimiento del 800 %.
El pasado 9 de marzo, Pedro Sánchez, en el Congreso, aseguraba que la inflación y los precios de la energía son única responsabilidad de Putin. Pero eso no es verdad. Putin inició la invasión de Ucrania el 24 de febrero. Y para entonces, el IPC ya era el más alto en tres décadas, los precios estaban desbocados, y la factura del gas y la luz habían roto, mes tras mes, récords históricos.
Pero ahora no hay manifestaciones, ni nadie acusa al gobierno de condenar a los ciudadanos a la pobreza energética. Cuando vuelva a gobernar la derecha, las calles se incendiarán con protestas. Eso se llama demagogia. Pero lo peor es que estamos tan anestesiados, que lo toleramos.