Historia de Ángela

Historia de Ángela

 

Ángela es menuda y pequeña, delgada y frágil. Se sentó frente a mí en la tarde del viernes 7 de octubre. Y desplegó su historia. Su padre, un hombre acomodado, se dejó su patrimonio para pagar a su hija el mejor tratamiento contra el cáncer. Estamos hablando de Perú, donde a los enfermos crónicos se les da una palmada y se les envía a su casa. El que puede pagar los medicamentos y la sanidad privada, quizá se salve. El que no, muere sin atención.

Ángela superó la enfermedad. Pero el cáncer llamó otra vez a la puerta de su familia. El padre enfermó. Ya no había dinero para tratamientos. Ángela, que estudiaba Derecho, tuvo que dejar la universidad. El hermano, que quería hacer Medicina, vio amenazado su futuro. La madre cayó en una profunda depresión de la que hoy, nueve años después, no ha despertado. Ángela vendió lo único que tenía: su cuerpo. Comenzó una vida como prostituta en una ciudad del norte de España. Su único propósito era pagar la cuenta de la clínica privada, la carrera de su hermano, que el año que viene se graduará en Medicina. Por el camino, confiesa, ha aprendido mucho de la sexualidad masculina: los hombres que consumen prostitución no son violadores, la tratan con respeto, y buscan, la mayoría, afecto, cariño y escucha. Ángela dice que es un trabajo duro, que no todas sirven para hacerlo, que ese trabajo le ha subido la autoestima porque ver la sonrisa del otro es gratificante.

Grabamos una entrevista de una sinceridad radical, que ustedes pueden escuchar en el podcast Condenadas a la clandestinidad. Porque ahora una ley quiere que estas mujeres, y los hombres que ejercen trabajo sexual, pasen a ser delincuentes. La ha propuesto el Psoe, y la apoya, en una deriva moralista sorprendente, el PP. No han hablado con las mujeres, no las han escuchado. La prostitución no es una cuestión moral. Lo será quizá para quienes la ejercen o la consumen. Para el resto, se trata de una cuestión de libertades. No hablamos de la trata y el proxenetismo, perseguidos en el Código Penal. Hablamos de mujeres y hombres que libremente deciden vender su afecto, su cuerpo. Si queremos que sean menos, preguntémonos por qué lo hacen.  

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