Una dosis de realidad
Tuve la ocasión, hace unos días, de asistir a una reunión de diputadas con varias mujeres que ejercen la prostitución. Viven atemorizadas, no por su vida, que han elegido, sino por una ley de iniciativa socialista que pretende educar a los hombres a base de código penal. Vana ilusión. Las profesionales contaron su experiencia, su sistema de trabajo, y la amenaza de cierre de locales donde ejercen con seguridad. Relataron con detalle la experiencia francesa. La clausura de clubes ha condenado a decenas de miles de mujeres a la clandestinidad. En ese mundo sufren asaltos, violaciones, y caen en manos de las mafias, que en España se frotan las manos a la espera de que una ley similar obtenga el visto bueno de sus señorías. Nos mostraron algunos videos de palizas y robos. Fueron ellas las que insistieron en ser recibidas por las diputadas.
Nadie en el legislativo les ha consultado sobre la ley. Al contrario, su voz ha sido marginada. Ni rastro de diálogo para conocer en qué condiciones trabajan, qué tipo de ley les gustaría que regulara su actividad. La moral ilustrada suele causar males mayores que aquellos que pretende evitar. La imposición de formas de vida a personas adultas suele tener efectos contrarios a los que se pretenden. Porque los adultos hacen con su vida lo que estiman oportuno. Tienen la mala costumbre de ejercer su libertad. En lugar de combatir la trata de mujeres y la esclavitud de las que son sometidas al ultraje de las mafias, le legislador pretende convertir a todas en clandestinas, recluidas en sus domicilios, sin poder recurrir a la seguridad policial sin delatar una actividad perseguida por el código penal.
Una charla con un general de la Guardia civil nos permitió tratar de estas cuestiones. Me interesaba la experiencia de una persona experta en seguridad y en delitos. Cerró la conversación con una frase lacónica: “Este tema, lo mejor sería dejarlo como está. Lo contrario es provocar más problemas”. Pero a una parte de nuestra clase política no le interesa la realidad, prefiere la ideología.