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Pueblo eres tú

Pueblo eres tú

 

Las elecciones autonómicas y municipales representan el ejercicio democrático en su sentido más puro. Porque si en los comicios generales parece que la individualidad, a veces, queda algo desdibujada dentro del concepto más generalista de sociedad en  conjunto, en las elecciones municipales es el vecino, el amigo o el familiar, quien elige a su representante  político en los ayuntamientos, casi siempre desde el certero conocimiento de los candidatos propiciado por la cercanía del contacto personal, de compartir a diario calles, plazas, conversaciones, festejos, e incluso situaciones de emergencia límites como fueron la pandemia o la devastadora Filomena, en esta pasada legislatura.  

Por ello, en los pueblos, se vota a las personas. Y no hay mejor cartel para un candidato a la alcaldía que su propia persona, esa de carne y hueso que siente y padece junto a sus vecinos, que comparte sus alegrías y escucha con paciencia y con humildad sus incertidumbres y preocupaciones. Esa persona que se considera como un vecino más y que con verdadera vocación de servicio público, empatiza con ellos, dejándose la piel por su bienestar; que sufre porque pone ojos y rostro a los problemas, y que también se alegra cuando sabe que ha contribuido a mejorar, en algún aspecto, la vida de sus vecinos.

Un pueblo no es un conjunto de calles y plazas, es algo vivo y con alma. Y esa alma es la suma de la de todos y cada uno de los vecinos que habitan en él.  De quienes cada día se levantan y trabajan duro buscando la prosperidad de su pueblo, de quienes arriesgan sus ahorros para abrir un negocio apostando por la inversión local, o de quienes de forma altruista dedican su valioso tiempo a fomentar con cariño las tradiciones que son sus raíces, para perpetuarlas en el tiempo honrando la memoria de sus antepasados. Un pueblo es su tierra, es el sol que al esconderse baña sus eras, es tañido de campanas, vuelo de cigüeñas, arquitectura, humedales, nieve en las cumbres, olor a pan de hogaza y tortas de anís, ganado en los pastos que trasiega por las vías pecuarias, es música de banda, devoción por sus patrones, parques llenos de niños, jóvenes que rebosan sueños y mayores que sueñan con sus recuerdos… Todos y cada uno de ellos suman, todos y cada uno son importantes, todos y cada uno son pueblo.

A lo largo de esta campaña electoral, estamos escuchado a Isabel Díaz Ayuso insistir a los candidatos del Partido Popular a las alcaldías de los municipios madrileños, en que cuiden a la gente, demostrando una vez más que tiene una mente preclara y que sabe muy bien que la clave en la política municipalista está en la gente, en los vecinos, en las personas.

Isabel Díaz Ayuso sabe muy bien lo que es un pueblo, y cómo viven los pueblos, porque siempre ha disfrutado del suyo paterno en tierras abulenses. Y ese gusto verdadero por la cercanía con los vecinos junto con la capacidad de empatizar y de llegar hasta ellos de una forma auténtica, natural, sincera, humilde y llena de complicidad, ha forjado su carácter y es una de sus cualidades más carismáticas como política. Por eso, Díaz Ayuso pide a los candidatos populares que sigan en los municipios, su ejemplo en la Comunidad de Madrid.

Durante estos últimos cuatro años, los madrileños -con independencia de ideologías y colores- debemos reconocer y apreciar el cuidado y la protección que nos ha brindado la presidenta regional. Díaz Ayuso ha defendido Madrid como bastión de contención de las políticas intervencionistas de Sánchez, ha bajado impuestos para compensar los que subía el gobierno central para castigar a Madrid, ha defendido la libertad de educación y ha apoyado férreamente la educación especial para quiénes sí o sí la necesitan, ha trabajado incansablemente por atraer inversiones que generen empleo y riqueza a Madrid, ha llevado a cabo políticas de apoyo permanente a las familias, a la natalidad, a la maternidad y a la paternidad, ha trabajado por la excelencia en la sanidad para todos, impulsado la cultura acercándola a todos los rincones de la región, se ha preocupado por una mejora real en el transporte, la digitalización como medio vertebrador de desarrollo del territorio y como cauce para frenar la despoblación, ha acometido importantes medidas en materia de vivienda, pensando especialmente en los más jóvenes, y ha dado la batalla por el campo madrileño con medidas que están siendo fundamentales para el desarrollo de la agricultura y la ganadería, impulsando siempre los productos de Madrid, etc.

Al contrario de lo que acostumbran otros muchos políticos, Ayuso siempre está donde tiene que estar.  Echó el resto durante la pandemia, adelantándose en cada iniciativa al gobierno central y echándose a las espaldas los insultos permanentes de Sánchez porque entonces, lo que tocaba era salvar la vida de los madrileños. Construyó el Zendal en tiempo récord para dar una oportunidad a los enfermos de covid y en la Almudena rompió a llorar por quienes se fueron por causa de la pandemia. Tuvo el arrojo de salvar la hostelería y la cultura, mientras otros buscaban en el cierre generalizado como la solución más fácil.

Madrid es una región fuerte que sabe sobreponerse a los más duros azotes y así lo ha demostrado a lo largo de su riquísima historia. Una comunidad llena de color, multicultural, acogedora y alegre. Y como quiere Isabel Díaz Ayuso, una comunidad que pone a la persona en el centro y en la que no sobra nadie.

Esperemos que los candidatos que el próximo 28 de mayo serán alcaldes de nuestros queridos pueblos de la Comunidad de Madrid, sean del color que sean, sigan el ejemplo de la presidenta Isabel Díaz Ayuso, poniendo a las personas en el centro, cuidando de todos y cada uno de sus vecinos, porque todos ellos son importantes y parte imprescindible del alma de cada pueblo.

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