CUESTIÓN DE RESPONSABILIDAD | Puerta giratoria Vs Curriculum Vitae
Existen dos tipologías de expedientes académicos, los del españolito normal y los del político que se aferra a cualquier título de máster.
La desgracia educativa nos rodea. Se premia al hueco que deja la gran multinacional al político de turno que a aquel historial académico digno de mención. ¿Motivos?, …los favores que se deben. Nos da igual la ideología.
Como han podido comprobar, existen dos tipologías de expedientes académicos, los del españolito normal y los del político que se aferra a cualquier título de máster aunque les cueste el cargo público. Ya vendrá otro. Desde que dejamos nuestros estudios y a la hora de buscar nuestro puesto de trabajo, siempre se nos trasladó la idea y concepción de elaborar nuestro historial académico como clave de acceso leal y noble de conseguirlo, a través de una herramienta –cada vez más denostada–, llamado Curriculum Vitae.
Por un lado, esta herramienta eficaz, –cada vez, menos–, es un resumen del conjunto de estudios académicos, méritos, cargos, premios, así como, de la experiencia que ha desarrollado una persona a lo largo de su vida laboral.
Frente al Curriculum Vitae brilla en la mediocridad, la expresión “puerta giratoria” designando el hecho bidireccional de que un alto cargo público (político), sea contratado “ad hoc” en una empresa privada, consecuencia directa de su ocupación pública. Todo un logro, señores.
¿Imaginan ustedes si les importa su Curriculum Vitae? Pues no, el papel higiénico tiene un uso más noble. Si nos remontamos unos años, en junio de 2020 una moción de censura desbanca a Mariano Rajoy que encumbra a un Pedro Sánchez y que hasta la fecha sufrimos. Conforme a la Ley 3/2015, de 30 de marzo, reguladora del ejercicio del alto cargo de la Administración del Estado, numerosos dirigentes del PP finalizaron el periodo de dos años impidiendo a estos prestar servicios en entidades privadas que se vieron afectadas por su interrelación gubernamental.
Dicha Ley, pese a que esté fiscalizada por el Tribunal de Cuentas, establece un periodo de dos años en el que los ex altos cargos no pueden prestar servicios en entidades privadas que hayan resultado afectadas por decisiones en las que hayan participado. Por esta razón, no pueden iniciar una actividad profesional sin previamente consultar.
Y yo les pregunto: ¿me podrían responder qué narices hace un filósofo presocrático como Salvador Illa, dirigiendo un Ministerio de Sanidad enfermo por COVID19? ¿Les importaría a ustedes que un mecánico tornero les interviniera quirúrgicamente de sus varices? En fin, de traca…
Los pingües beneficios de las grandes empresas privatizadas y favorecidas por el gobierno de turno, junto al hecho de tener en su plantilla a ejecutivos o consejeros que participaron y ocuparon puestos en la política y en la Administración del Estado, hace literalmente vomitar de un malestar social que premia al político vago y oportunista frente al profesional con expediente académico ejemplar. Este último, procede, -en muchos casos- a irse de nuestro país.
Esas “importantes” empresas se han convertido en el “plan B” de esa cutrez de élite política cuyos perfiles académicos importan más bien muy poco. Bienvenidos a la verdadera España vaga y profunda que nos rodea. Nos importa muy poco la experiencia académica del que ostenta un cargo de cierta relevancia, …al IBEX 35, tampoco le importa mucho.
Eso sí, al españolito normal cuando dispone a postularse a cierto puesto, le crujen a revisiones de su expediente académico y experiencia laboral.
Ante esta salida de “genios” a la empresa privada está únicamente regulado por la OCI (Oficina de Conflictos de Intereses), que ha tramitado en los últimos años más de 400 casos de altos cargos que querían pasar a la empresa privada.
Este organismo de control y consultivo interviene en la medida que resulte o no, incompatible el puesto al que se quiera acceder en la empresa privada (remunerado o no), mediante un informe de compatibilidad a la entidad u organismo.
Y alucinen, sólo el 1,6% de las solicitudes se deniegan. Todos son muy listos y adecuados a los puestos que ya tiene el nombre de quien lo va a ostentar antes de valorar el mérito en conseguirlo.
En fin, queridos lectores, como pueden ver nos forjamos más el esfuerzo en conseguir la salida fácil que en los logros académicos obtenidos; los verdaderos, los que quedan en nuestro historial.