El próximo 28 de mayo no se celebrarán sólo elecciones municipales y autonómicas. También tendrá lugar un plebiscito sobre el gobierno de Pedro Sánchez. La elección de alcaldes y presidentes regionales se verá mediatizada por el rechazo que el gobierno nacional genera entre la población.

Todo parece indicar que el Partido Popular cosechará buenos resultados generalizados, en un anticipo de lo que serán las elecciones legislativas de final de año. Y que el PSOE se verá penalizado, más allá de la gestión local, por el descontento hacia Sánchez y los casos de corrupción, como las andanzas del “Tito Berni”, que amenazan con salpicar a las más altas esferas del partido.

En la Comunidad Valenciana, Ximo Puig ha hecho méritos propios para ser desalojado del poder. Lo mismo que Francina Armengol en Baleares. En Castilla-La Mancha y Extremadura, los errores propios se verán magnificados por el deterioro nacional de sus siglas. Igual que en Canarias.

Y un foco que capitalizará la atención será Madrid, pero no por las opciones de la izquierda, que son inexistentes, sino por la previsible victoria de Isabel Díaz Ayuso, que parece capaz de alcanzar la mayoría absoluta, no sólo por su buena gestión regional y por la simpatía que despierta entre el electorado, sino por haberse convertido en un muro de contención frente al radicalismo y en todo un símbolo en la defensa de valores.

Si en algo se ha caracterizado la presidenta madrileña ha sido en ser capaz de dar la batalla de las ideas, algo que la derecha parecía haber abandonado en los últimos años. Desde los tiempos de José Mª Aznar, de Gregorio Ordóñez, de Esperanza Aguirre, de Jaime Mayor Oreja o de María San Gil no  había aparecido un líder capaz de enfrentarse, sin complejos, a la pretendida superioridad moral de la izquierda.

Y Díaz Ayuso lo hace, convirtiéndose así en un valioso capital político para Núñez Feijóo, que debe saber aprovechar ese potencial, junto a la moderación y capacidad de diálogo de Juanma Moreno en Andalucía. Dos elementos que, bien combinados, pueden ser las llaves que le abran las puertas de la Moncloa.