Año de nieves, ¿año de bienes?
Dicen que año de nieves es año de bienes. No pongo en duda el saber popular pero, a juzgar por cómo han ido las cosas en este 2021 que se inició con la Filomena, no parece que el aforismo sea, en este caso, muy acertado.
Por si la herencia recibida del año anterior —con una pandemia que se llevó a muchos seres queridos, truncó nuestras vidas y arruinó nuestra economía—, no hubiera sido suficientemente nefasta, este nuevo ejercicio nos sorprendía con la erupción de un volcán que arrasa la isla de La Palma y por la continuidad de un gobierno, el de Sánchez, que sigue caracterizado por la mentira, la falta de sensibilidad hacia las necesidades de los ciudadanos, su ruinosa gestión, su obsesión por el gasto superfluo, el intervencionismo en parcelas de la vida que deberían ser privadas y sus imposiciones ideológicas.
No está España para experimentos infantiles de ministros que juegan a ser revolucionarios de pacotilla, acomodados a la moqueta del poder, que cambian la sudadera del activismo callejero por el diseño fashion que les permite posar en revistas de moda, mientras legislan para convertir nuestra sociedad en una suerte de fantasía orwelliana que nada tiene que ver con nuestros valores, tradiciones y fundamentos judeo cristianos de nuestra civilización.
Cerraremos 2021 como otro año perdido para la construcción de una sociedad mejor, para la generación de empleo y riqueza, para apostar por la reconciliación y generar un futuro mejor para nuestros hijos.
Dicen que los pueblos tienen el gobierno que merecen. Si eso es cierto, debemos habernos portado muy mal, lo que hace temer que los Reyes Magos no tengan otra intención que dejarnos carbón.
Pero, puestos a hacer de la necesidad virtud, tampoco nos vendrá mal algo de combustible, estando los precios de la energía como están. Quien no se consuela es porque no quiere.
Esperemos que 2022 sea mejor. ¡Feliz Navidad!