El futuro de España podría depender de un prófugo de la Justicia española; un traidor secesionista que huyó desde Cataluña escondido como un vulgar delincuente dentro del maletero de un coche y que lleva seis años atrincherado en la ciudad belga de Waterloo. Sin duda, la realidad muchas veces supera la más siniestra y obscena ficción.

Tras las elecciones celebradas el pasado 23 de julio, nuestra querida España agoniza tendida sobre el lodo del bloqueo político. Un lodo que se ha ido fraguando a fuego lento, azuzado de forma constante y creciente por una parte tristemente numerosa de políticos egocéntricos, narcisistas, manipuladores, mentirosos y cortos de mira, que no buscan el bien común del conjunto de la sociedad española, sino apoltronarse en sus sillones de cuero y barrer para casa -la suya propia, la de su partido o la de autonomía que pretenden desgajar de España-. También por ciertos medios de comunicación que han debido asumir que aquello del “cuarto poder” ya nada tiene que ver con el deber ético de vigilancia y control de los otros tres poderes, mediante el ejercicio de una labor informativa veraz e imparcial, sino más bien todo lo contrario. Y, naturalmente, por una sociedad adormecida y anestesiada, cada vez más conformista, no sé si carente de capacidad crítica pero sí, claramente, sin capacidad de reacción ante las constantes bofetadas ejecutivas, legislativas y judiciales. Políticos, medios de comunicación y sociedad civil hemos naturalizado verdaderos atentados hacia nuestro sistema de bienestar, a nuestros valores como sociedad, a nuestra seguridad jurídica, a nuestras libertades y al amparo que nos proporciona una Constitución que ya hemos visto puede ser modificada según las conveniencias políticas de turno. España… como dice nuestro sabio refranero: entre todos la mataron y ella sola se murió.

Nuestros políticos lo han vuelto a hacer mal. En la derecha PP y Vox, condenados a entenderse, por el contrario, se han lanzado durante toda la campaña a una guerra fratricida. El Partido Popular no puede ni debe olvidar que los votantes de VOX lo fueron del PP algún día. Es tiempo de tener altura de miras y, buscar la biga en el ojo propio en vez de la paja en el ajeno. Sería bueno que el PP nacional tuviera humildad para analizar y comprender por qué Isabel Díaz Ayuso ha arrasado por dos veces consecutivas con mayorías absolutas en Madrid. Ahí lo dejo.

Respecto a la resistencia de Sánchez y sus secuaces no cabe explicación lógica alguna. Un tipo con la credibilidad por el subsuelo, manipulador, mentiroso compulsivo, egocéntrico y egoísta, que ha arruinado la economía del país y extenuado a la sociedad con una abusiva carga de impuestos, que ha puesto en la calle a cientos de agresores sexuales, que tiene abandonado el campo y a los agricultores, enfadados a los ganaderos y a los trasportistas, carentes de medios a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que persigue sistemáticamente a empresarios y autónomos…. y que habitualmente es abucheado por donde quiera que va, ha sido capaz, sin embargo, de subir dos escaños. ¿Qué más tiene que hacer para que los ciudadanos le castiguen?

Si Feijóo no logra sumar apoyos -y parece que no le dan los números- al Rey Felipe VI se le presenta el gran papelón de tener que encargar la formación del gobierno de España a un tipo dispuesto a venderla a pedazos con tan de mantenerse en la Moncloa. Es más que lamentable el espectáculo al que estamos asistiendo, viendo en los informativos como los líderes de los partidos independentistas catalanes y vascos exponen públicamente sus pretensiones chantajistas de autodeterminación al posible futuro gobierno central. Si Pedro Sánchez fuera un hombre de Estado, consideraría repetir las elecciones antes que someterse a un chantaje que acabará por fracturar aún más nuestro país. Pero no lo es. España agoniza y se resquebraja, y mientras la sociedad mira hacia otro lado, sin ningún propósito de suturarla. ¿Cambiaría algo repetir las elecciones?