Verano azul marino
El mes de junio llegó con temperaturas suaves y con cielos encapotados por densas nubes grises que nos han dejado copiosas lluvias en forma de tormentas. Pero, puntual a su cita, de la mano del solsticio de verano, llegó el calor que esperaba impaciente abrazarnos sin tregua. Y junto al verano, asomaron también los recuerdos de esta estación que uno espera con ilusión infinita en la niñez y en la juventud, pero que ya en la madurez se recibe con prudencia, al resguardo de la sombra, de los paseos nocturnos y, por qué no… disfrutando de alguna que otra cerveza bien fría.
Y así, cuando uno se permite envolver por la brisa nocturna y deja que sus pasos surquen la luz de la luna a este lado de la Tierra, es fácil sentir cómo aquellos recuerdos infantiles son capaces de dibujar alguna sonrisa sincera, envuelta en el sabor salado de las largas tardes de baños y juegos junto al mar, y en el dulce sabor de los primeros besos a veces robados, a veces buscados. Sonrisa que evoca el olor al hogar del pueblo, a los jazmines de los patios encalados y al de los geranios que tapizaban de mil colores las fachadas de aquellas calles empedradas donde aprendimos a montar en bicicleta, a bordar acomodadas sobre minúsculas sillas de enea, a dejar navegar barcos de papel por los canales de agua que libremente discurrían por las calles angostas y frescas, y a respetar a nuestros mayores escuchando con entusiasmo sus historias sobre lobos y nevadas, o sobre los milagros que la Virgen Patrona había realizado para el bien de todos los vecinos del lugar.
Sonrisa que trae consigo los abrazos infinitos de los abuelos y de aquellas tías ancianas con la tez curtida por trabajar duro bajo el sol, que peinaban cabellos de plata y que, aún vestidas de eterno luto, nunca perdían la paciencia, la sonrisa, ni las ganas. Sonrisa que trae a los oídos las risas, los juegos y la complicidad de aventuras compartidas con hermanos y con primos. Momentos vividos al calor de unos padres que han sabido abrazarnos sin tregua, sin resultar asfixiantes. Verano, recuerdos… sonrisas estivales.
Lo último de Raquel Cubero
- La Historia Interminable
- Madrid eterno
- Aprendiz de dictador
- “En los últimos 5 años hemos gestionado unos 75 millones de euros y seguimos generando recursos para destinarlos a gastos en inversión”
- “Quiero que las familias se sientan a gusto y crean que Galapagar es el sitio ideal donde poder criar a sus hijos”