Hoy, debemos de estar agradecidas a la secretaria de Estado de Igualdad, la tal Pam, por dejar claro ante toda España que Podemos es machismo puro y duro. De hecho, pocos políticos más misóginos que Pablo Iglesias, líder de la secta comunista. Como tampoco es feminista el sanchismo que sostiene a las podemitas. Porque el feminismo no consiste en discriminar a nadie ni en garantizar una suerte de igualitarismo mediante la ley. Tampoco en criminalizar al hombre por el mero hecho de serlo.  El feminismo es la defensa universal de la igualdad ante la Ley de hombres y mujeres. También de las mujeres de Irán. Esas que evita mencionar Podemos.

Algunos han convertido una noble causa como es el apoyo a las mujeres maltratadas, en un negocio y en una dispensa moral para liquidar la Ley, y con ello la Libertad. De ahí que sea posible que un gobierno que se dice feminista sea capaz de legislar para reducir penas a execrables delincuentes sexuales. Como el violador del ascensor, el asesino del niño de Laredo, el miserable que violó a su exmujer o pederastas que han abusado de bebés. El gobierno de Sánchez conocía bien las consecuencias, puesto que había sido advertido. Tres silentes jueces se sientan en el Consejo de Ministros. El nefasto resultado les da igual. Ellos son ingenieros sociales, totalitarios por tanto, que quieren moldearnos a su amoral imagen y semejanza. La prueba es que, a día de hoy, siguen sin poner remedio a su propio engendro. Y cada día que pasa es un día de sufrimiento para otra víctima. ¿En qué cabeza cabe no haber legislado ya para al menos volver a poner las penas que los delitos sexuales tenían antes de Montero o, mejor aún, para aumentarlas? Solo en una: la de Sánchez.