Madrid, capital de España
Fue en 1561 cuando Felipe II decidió establecer en Madrid la Corte de manera permanente. Fue así como Madrid se convirtió en la capital de España, hace 460 años. Escogió este lugar porque Madrid no era de nadie. No era feudo de la Iglesia, ni propiedad de terratenientes, ni dominio de familias influyentes, ni señorío de nobles. Era un lugar nuevo, en el que construir un lugar para todos.
Y así sigue, casi cinco siglos después, como tierra de aluvión, acogedora con quienes llegan, donde nadie se siente extranjero, crisol de culturas y baluarte de libertad.
Una libertad que ejercen sus ciudadanos eligiendo democráticamente a sus gobernantes. Su presidenta es Isabel Díaz Ayuso, auténtico muro de contención de las políticas social comunistas del gobierno nacional. Y eso es lo que Pedro Sánchez no soporta.
Por eso quiere descapitalizar Madrid. Utiliza términos como descentralizar, compartir Estado y expresiones similares, argumentando que, con eso, se puede vertebrar España.
Pero ¿de verdad pretende vertebrar España quien expulsa de determinadas comunidades a la Guardia Civil, la Policía Nacional o las Fuerzas Armadas, que son elementos cohesionadores de nuestra nación? ¿O quien vacía de competencias al Estado para hacer concesiones a los separatistas que quieren romper la unidad nacional? ¿O quien legisla despreciando el idioma común, las tradiciones o la historia que compartimos? ¿O quien pacta con los albaceas de unos terroristas que asesinaban a sus compatriotas?
En 1921, Ortega y Gasset, en su España Invertebrada, nos advertía de los peligros del “particularismo”, ese fenómeno que hace que algunos colectivos dejen de sentirse a sí mismos como parte, por lo que dejan de compartir.
Y eso es lo que está fomentando Sánchez, comprando voluntades de unos socios que no comparten el concepto de Nación y pagando esos servicios con un patrimonio que no es suyo, sino nuestro: utiliza no solo el dinero de nuestros impuestos, sino también nuestra unidad nacional, nuestro idioma común o nuestro sentimiento de Patria.
Dice Isabel Díaz Ayuso que esa es la estrategia de la carcoma. Nos inquietamos porque oímos un ruido constante, pero, cuando vayamos a mirar, nos encontraremos con que la madera es un puro agujero que se deshace en las manos. Esa madera carcomida es, en este caso, el armazón de España. ¿Es eso, realmente, lo que queremos?