Hubo una época en la que el Festival de Eurovisión paralizaba el país. Eran los tiempos del triunfo español, en 1968 con el La, la, la de Massiel, y en 1969 con el Vivo cantando de Salomé. Tras la segunda posición obtenida por Karina en 1971 con En un mundo nuevo, y por Mocedades en 1973 con Eres tú, llegó la Transición en 1976, momento en que el festival dejó de ser de interés para gran parte de la población —a excepción de un puñado de eurofanáticos—, hasta que, en 2001, el programa Operación Triunfo volvió a captar la atención de la audiencia. El talent show, en su primera edición, fue un éxito que lanzó a la fama a cantantes como Rosa, Bisbal y Bustamante, que participaron con su Europe’s living a celebration en la edición de 2002 en Tallín (Estonia), en la que quedaron en séptima posición.

Pero la popularidad del certamen en España volvió caer, especialmente, tras la incorporación de los países del Este a la Unión Europea. El concurso empezó a premiar un nuevo modelo —primero, musical; pero luego, escénico y de indumentaria—, muy alejado de lo que había sido en el pasado. Y fue objeto del mayor desprecio con la astracanada de El Chikilicuatre en 2008.

Así estuvo, condenado al ostracismo, hasta que, en 2022, una polémica volviera a ponerlo en el candelero. Fue la elección de Chanel como nuestra representante lo que desató las iras de la izquierda y el nacionalismo gallego, que preferían al grupo Tanxugueiras; de algunas ministras socialistas y podemitas, que optaban por la “progre-feminista" Rigoberta Bandini; y de CCOO que insinuaba una relación entre la elegida y uno de los miembros del jurado que la seleccionó. Chanel, con una fantástica actuación, quedó en tercer lugar, dándose por hecho que esa posición hubiera sido mejor, de no haber mediado una victoria para Ucrania, no tanto por su calidad musical como por haber sido invadida militarmente por Rusia.

Este año, los politizados dirigentes de TVE, que han utilizado el festival para condenar la presencia de Israel por su ofensiva contra los palestinos de Gaza, han sido los que han perjudicado a nuestra representante, Melody que, a pesar de su gran papel, fue castigada en las votaciones.

Pedro Sánchez, que manipula todo lo que toca, nos demuestra cómo utiliza la televisión pública, aunque los damnificados sean artistas y espectadores, en sus ansias de manosear con su ideología cualquier rincón del mundo, aunque sea un simple festival de la canción.