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Madrid, mayea

Madrid, mayea

El sol tibio de marzo sabe que un año más ha vencido las largas noches invernales y los gélidos amaneceres. En abril, los días comienzan a ser generosos en horas de luz. Una luz que poco a poco avanza bañando los campos y despertando a las flores. La naturaleza olvida su letargo. Y los pueblos y ciudades vuelven a recobrar su algarabía estival. Es tiempo de primavera y la Sierra Madrileña rebosa actividades y festejos de todo tipo. Y, tras abril, a los madrileños nos aguarda nuestro mes más histórico y castizo: mayo.

La Historia de una nación, esa que se escribe con mayúsculas, es el resultado de la suma tanto de los grandes relatos que se recogen en los libros de Historia como de las innumerables historias pequeñas y cotidianas que habitualmente pasan desapercibidas.

Lejos de grandes y renombradas batallas, de decisivos tratados de paz, de estudiadas tácticas militares, en España, encontramos el más claro ejemplo de Historia (en mayúsculas) en los hechos que se produjeron en las calles de Madrid, aquel 2 de mayo de 1808, cuando el pueblo madrileño decidió, de manera espontánea, levantarse contra las tropas del ejército francés, al que veían como una amenaza hacia nuestra libertad como pueblo y hacia la independencia de nuestra patria.

Y, de este modo, aquella mañana del 2 de mayo, día de mercado, una muchedumbre de madrileños se hallaba en los aledaños del Palacio Real,  mostrándose inquietos al conocer la intención de los soldados franceses de sacar del palacio al infante Francisco de Paula para llevarlo a Francia con el resto de la Familia Real. Bastó un grito, el de José Blas Molina: “¡Traición! ¡Que nos lo llevan!” para que los madrileños asaltaran el palacio. Al deseo del pueblo de impedir la salida del infante, se unió el de vengar a los muertos represaliados cruelmente  por los mamelucos y lanceros napoleónicos, y el de deshacerse de los franceses. Los sentimientos de lucha se extendieron por todo Madrid y, posteriormente, se contagiaron a toda España.

Este mes de mayo, la Comunidad de Madrid, volverá a rendir homenaje, una vez más, a los héroes del 2 de mayo, aquel grupo de hombres y mujeres que dieron su vida por defender aquello en lo que creían… aquello que concebían como suyo… su casa, su tierra, sus tradiciones, su familia, en definitiva, su país, España y su libertad.

Comerciantes, artesanos, modistillas, zapateros, labradores… gentes sin nombres conocidos, pero con rostro y con valor, mucho valor. Y, junto a ellos, los artilleros del Parque de Artillería en el Palacio de Monteleón que desobedecieron las órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete, de permanecer acuartelados y pasivos,  y se unieron a la insurrección. Fueron los capitanes Luis Daoíz y Torres- que asumió el mando de los insurrectos por ser el más veterano-, y Pedro Velarde Santillán, quienes se encerraron en el parque de Artillería de Monteleón, junto a sus hombres y, tras repeler una primera ofensiva francesa al mando del general Lefranc, murieron luchando heroicamente ante los refuerzos enviados por Murat. El teniente Jacinto Ruiz y los alféreces de fragata Juan Van Halen, que fue herido de gravedad, y José Hezeta, se unieron a la lucha con los insurrectos.

Todos ellos, sin importar su oficio ni condición, se unieron frente a un enemigo común, dando su vida, con extrema valentía, por defender su tierra, por defender España… Hoy, 216 años después, seguimos recordando su valentía, con orgullo y rindiéndoles merecido homenaje. El pueblo madrileño siempre ha sabido estar a la altura. Un año más, Madrid mayea.

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