Memoria antisemita
Circulan por la red los aspavientos de primate de una diputada de la izquierda ante las acusaciones de antisemitismo que lanza la presidenta Ayuso. Y sorprenden los gestos escandalizados, porque el odio al judío está inserto en la tradición de la izquierda, en el mismo lugar y con idéntica intensidad que la fobia al empresario y al capital.
Fueron socialistas y comunistas franceses los que dieron la voz de salida al negacionismo del holocausto. Fue Marx el que teorizó sobre la cuestión judía, y Stalin el que tomó el relevo del extermino de las manos de Hitler. Fue Mitterrand el que recibió en su juventud una condecoración del régimen de Vichy por combatir el lobby judío, y fue Jean Paul Sartre el que defendió a los terroristas palestinos que asaltaron la villa olímpica de Munich y secuestraron a los atletas de Israel.
En esta hora el izquierdismo ha vuelto a darle la mano al islamismo. Hemos visto al ex jefe del estado mayor de la Defensa, Julio Rodríguez, en una manifestación a favor de Hamás, y a la ministra Belarra y a la vicepresidenta Díaz, que exigen la condena de Israel, la ruptura de relaciones diplomáticas, y argumentan que Tel Aviv practica un genocidio en Gaza. Ni una palabra sobre la matanza del 7 de octubre, ni una voz para reclamar la libertad de los más de cien secuestrados, hombres, mujeres, ancianos y niños.
La izquierda está con Hamás, que es una organización terrorista animada por el mismo anhelo que movía a los nazis de Hitler: dar una respuesta definitiva a la cuestión judía. Lo dijo Mahmood Abbas, hoy presidente de la Autoridad Palestina, en su tesis, defendida en Moscú en 1983: hay que seguir el ejemplo de los nazis, y ser eficaces para terminar de una vez por todas con el problema. Es decir: muerte a Israel. Este es el programa que hoy habita en nuestro gobierno.