MUNDO ANIMAL | El gato no es un perro pequeño
Pinceladas sobre una enfermedad provocada por la glándula tiroides y que es totalmente diferente en perros y gatos.
Qué gran verdad, el gato y el perro son especies distintas y tienen muchas diferencias tanto en comportamiento, como en anatomía, requerimientos alimenticios, enfermedades, medicaciones… por lo que evidentemente un gato no es un perro pequeño.
Hoy os voy a dar unas pinceladas sobre una enfermedad provocada por la glándula tiroides y que es totalmente diferente en perros y gatos. Si hablamos de perros, os contaré que el Hipotiroidismo es una de las patologías mas frecuentes en perros mayores de 7 años.
Es una enfermedad de progresión lenta, muy común, más frecuente en hembras y que tiene una serie de síntomas que nos tienen que llamar la atención cuando veamos varios de ellos en nuestro perro. Lo mas llamativo es que engordan comiendo poco (según sus cuidadores), es decir, tienen sobrepeso, se acompaña de caída de pelo, caspas, la piel se torna negruzca, algunos pierden el pelo en la cola con una llamativa “cola de rata”, y si a esto le añadimos la aparición de ronquidos, letargo o somnolencia y que hasta en verano se tumban al sol, tenemos más que sospechas de que nuestro amigo puede padecer hipotiroidismo.
Hay que visitar a vuestro veterinario, que le realizará una pruebas tales como análisis de sangre completo, con algún dato más como colesterol, medir las hormonas tiroideas como T4 y TSH, un electrocardiograma por la bradicardia (el ritmo del corazón va más lento de lo normal), ecografía, análisis de orina… al final de las pruebas, si son concluyentes, pondremos un tratamiento normalmente médico bastante sencillo y económico, se realizarán controles periódicos y “et voila “ le daremos una feliz segunda juventud. Seguramente la dieta, el estrés, la falta de ejercicio, la raza… tengan un papel importante en el desarrollo de dicha enfermedad.
¿Pero qué ocurre en los gatos mayores de 7 años con problemas de tiroides?
Pues que ellos sufrirán Hipertiroidismo. Esta enfermedad acelera su metabolismo y ellos perderán peso a pesar de tener un gran aumento de apetito. Los gatos también beberán en exceso y orinarán mucho. A veces notaremos un cambio de comportamiento, como aumento de actividad y se volverán mas esquivos e incluso algo agresivos y tendrán una mirada muy peculiar, penetrante y atenta, ¡ojo a sus ojos!
También se vuelven intolerantes al calor y pueden cursar con vómitos y diarreas. ¿Tenéis algún gato en casa con varios de estos síntomas?
Pues consultar a vuestro veterinario. Le realizarán análisis de sangre con medición de hormonas tiroidea T4 y análisis de orina, electro (en este caso será taquicardia, aumento del ritmo del corazón), le medirán la tensión arterial (suelen tener hipertensión), le tocarán el cuello para ver si tiene nódulos y si se confirma el diagnóstico, cuanto más precoces hayamos sido, mejor pronóstico tendrá. La mayor parte de los casos son tumores benignos y cuanto antes iniciemos el tratamiento, el gato llevará una vida completamente normal.
Hay un tratamiento médico no curativo, de dieta y medicación y hay dos tratamientos curativos, uno es el quirúrgico y el otro es con Iodo radioactivo (con pocos efectos secundarios) que se realizan en algunos centros veterinarios. Espero que os haya sido interesante y podáis estar atentos a la aparición de estos síntomas y diagnosticar la enfermedad cuanto antes. Y no olvidéis que los gatos no son perros pequeños…