Érase una vez España, un tapiz con silueta de piel de toro, bañado por aguas saladas cálidas de mar y frías oceánicas, y anclado al viejo continente por eslabones de robustas montañas. Érase una vez España, una tierra roja y gualda… coloreada de verde cantábrico de helechos y fértiles pastos, blanca de azahar y casas encaladas. Envuelta en luz tibia mediterránea, de atardeceres añil en sus islas y de caletas de plata. Cuajada de caminos surcados por pies peregrinos, que se descalzan en Semana Santa.

Érase una vez España, dividida, rota y después suturada. Recuerdos en blanco y negro donde cada cual arrimaba el hombro porque había que levantarla. La tierra de todos, un proyecto común, nuestro hogar, nuestra patria. Érase una vez España, germinada bajo el amparo de una Constitución que sustenta sus raíces en la libertad, la igualdad y la unidad de España.

Parece que ya pocas horas le quedan a aquella España ensoñada, otrora construida con los sueños de muchos y ahora zarandeada de forma siniestra por el egoísmo y la insaciable sed de poder de unos pocos. Liderados por el maquiavélico Pedro Sánchez, aniquiladores de la patria, ultraizquierdistas, comunistas trasnochados, herederos de los asesinos de ETA, e independentistas, trenzan la trampa para desmembrar España. Persiguen a la Justicia, engañan en Europa y tratan de silenciar al gentío que reacciona en las calles.

Pedro Sánchez, el de las risotadas histriónicas, justifica la legitimidad de su gobierno en la suma de los votos computados en las urnas, unas urnas cuyo resultado habría sido muy diferente si no hubiera engañado a sus propios votantes asegurando que no consentiría la amnistía, ni los referéndums de autodeterminación, ni los pactos con los herederos de ETA o con el séquito del prófugo Puigdemont. El gobierno de Pedro Sánchez se sustenta sobre una gran mentira, no en cambios de opinión. Ha prometido cumplir y hacer cumplir la Constitución, la misma que cambiará a su antojo cuando llegue la ocasión.

España ha despertado, solo espero que no desfallezca. Sánchez tendrá que rendir cuentas por su traición.