Desde Grecia con sabor
Que Madrid es crisol de culturas donde se fusionan antigüedad y vanguardia, lo rural con la metrópoli, lo puramente madrileño chulapo y castizo con el exotismo llegado de mil y un rincones del mundo, nadie lo pone en duda. Madrid tiene la virtud (y no es mera casualidad), de atraer a inversores y emprendedores que creen en la prosperidad y en la libertad. Gentes del mundo que, con dedicación, esfuerzo e ilusión, levantan sus negocios en la capital y, también, en las ciudades y pueblos madrileños Ellos son los responsables de que Madrid posea mil y una ventanas al mundo.
Hoy, la ventana por la que me asomo, traslada hasta la infinita Grecia. Atravesar el umbral del restaurante Milos, en el número 30 de la calle Francisco Silvela de Madrid, implica abandonar el bullicio de una de las arterias más transitadas de la capital, para refugiarse en los colores blanco y azul, típicos de la isla griega que da nombre a este local, Milos. El establecimiento, apacible, rebosa el azul añil del mar Egeo y el blanco de las rocas de sus acantilados volcánicos y de las fachas impolutas de las casas de quienes viven felices en el paradisíaco archipiélago de las Cícladas.
Y acompañando al sentido de la vista, el olfato y el gusto, refuerzan este viaje culinario por el Mediterráneo. En la carta del restaurante Milos se pueden encontrar delicias como Pikilía que es un surtido de tapas griegas con varias cremas, como humus (a base de garbanzos), tzatziki (yogur, pepino y un toque de ajo), melitzanosalata (berenjena), tirokafteri (queso feta, nueces y eneldo ligeramente especiado), hojaldre relleno, dolmadakia (hoja de parra rellena de arroz aromatizado), queso feta, ensalada aderezada con salsa de yogur y pan de pita.
Merece la pena probar entrantes como el queso feta envuelto en pasa filo con miel y semillas de sésamo, los pimientos rellenos de arroz y carne asada al horno o los pasteles griegos salados surtidos elaborados a base de queso feta, espinacas, tomate…
Las ensaladas también tienen un importe protagonismo en la carta, con productos de la huerta mediterránea como tomate, pepino, cebolla morada, queso griego, olivas, manzana, nueces y aliños típicos de Grecia que incorporan menta, yogur, aceite de oliva, cítricos y especias.
Entre los platos de pescado, resultan muy recomendables el salmón al horno con crema de hinojo, gambas y almejas; el besugo a la brasa acompañado de tomate asado y cebolla; y la cazuela de camarones en salsa roja con queso feta y cebollino.
En el apartado de carnes, destacan su espectacular mousaka de ternera y berenjenas; su jugosa hamburguesa rellena con queso feta y mozzarella; las costillas de cordero a la parrilla; o las brochetas de pollo marinadas en miel y especias con patatas fritas y salsa de yogur.
Y, para terminar, los postres resultan impresionantes, aunque sin duda, el rey es clásico yogur griego servido miel y nueces caramelizadas. Mención aparte merece el turrón griego al horno con galleta, leche y mantequilla.
Los platos se pueden degustar con una interesante carta de vinos griegos, principalmente de la zona de Creta. Los apasionados de la cerveza, también pueden encontrar una curiosa variedad de cervezas griegas. Sin duda, un viaje al sabor de Grecia, para disfrutar con los cinco sentidos.