Pedro Sánchez llegó, vio y venció a su manera. No venció en las urnas tras ganarse la confianza de los españoles, pero fue investido presidente de España, engañando con mentiras y subterfugios a sus propios votantes (aunque él prefiere denominarlo “cambiar de opinión”), y aupado por ese espectro de grupos políticos minoritarios, radicales rancios de izquierdas, herederos de la banda terrorista ETA, y separatistas vascos y catalanes, dispuestos a bailarle el agua y a seguir mirando para otro lado, mientras sigan beneficiándose de las mamandurrias que les concede Sánchez cada vez que le aprietan la soga.

A Sánchez le ha ido cambiando poco a poco el semblante. Aquella máscara con la inició la legislatura se ha le ido resquebrajando con cada mentira descubierta, con cada escándalo que ha visto la luz y con la ingente corrupción que presuntamente le rodea. A estas alturas de la película, ya a cara descubierta, no cuela que presida España porque ame nuestro país, ame a sus ciudadanos o te ame a ti.

Los afectados por la erupción del volcán de La Palma hoy, cuatro años después de la catástrofe, aún siguen viviendo un auténtico calvario, y no han recibido las ayudas que el presidente les prometió. Eso sí, en un enorme gesto de amor, Pedro Sánchez se comió un plátano como muestra de su solidaridad y apoyo al pueblo canario, pero ni siquiera lo hizo en La Palma, sino en un puesto de frutas de Mercasevilla cuando se dirigía a inaugurar un foro urbano y de gobiernos locales. Puro amor por el pueblo canario.

Siete meses después de la enorme tragedia ocasionada por la DANA en Valencia, que causó nada menos que 227 muertos, las ayudas económicas prometidas por el Gobierno central apenas llegan con cuentagotas y Sánchez no ha vuelto a pisar las calles de los municipios afectados tras la experiencia de su primera visita en la que huyó despavorido, dejando solos a los Reyes, ante las increpancias de unos ciudadanos rotos por el dolor, el miedo y la impotencia frente a quien en sus momentos más duros espetó la famosa frase: “Si quieren ayuda, que la pidan”. Puro derroche de amor por el pueblo valenciano.

El presunto puesto creado ad hoc para su hermano en la Oficina de Artes Escénicas de Badajoz, también resultó un gesto de amor por quienes pasan largos años de su vida preparando unas oposiciones. Los cuatro delitos de tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida e intrusismo por los que el juez Peinado investiga a la esposa del presidente, Begoña Gómez, son igualmente, otro gesto de amor hacia todos los españoles honestos y trabajadores que cada día se esfuerzan para pagar sus impuestos, mantener sus puestos de trabajo o sacar sus negocios a flote.

Al señor Sánchez el país que “desgobierna” y sus ciudadanos le importamos un auténtico bledo. Su único objetivo es perpetuarse en el poder. Para ello se ha rodeado de ministros de pacotilla que en vez de gestionar a favor de España y en beneficio de los ciudadanos españoles, se dedican a medrar, mentir, insultar, incluso a irse de farra y destrozar habitaciones de paradores…  gentes carentes de toda moral y toda ética que son capaces de enchufar a sus amantes en empresas públicas cobrando un sueldo público sin tan siquiera personarse en su puesto de trabajo, y de “fontaneros” que se mueven con soltura en las más míseras cloacas…

Desde que llegara a la Moncloa, Sánchez y su Gobierno se han dedicado sistemáticamente a atacar los tres pilares básicos del estado de derecho: primero fue la prensa acusada permanentemente de fabricar bulos y de crear fango; después fueron los jueces, con acusaciones de lawfare y, prácticamente, de montar “casos artificiales” para perjudicar a Sánchez y a su entorno; y ahora le toca el turno a la UCO de la Guardia Civil, concretamente al teniente coronel Balas, casualmente, máximo responsable de las investigaciones al hermano del presidente, a la esposa del presidente, al Fiscal General del Estado y también de investigar el caso Koldo.

En España, cada día amanecemos con un nuevo escándalo de Sánchez y su Gobierno. Esto no hay festival de Eurovisión que lo tape, ni apagón que lo disimule. Sánchez no te quiere a ti. Sánchez no quiere a España.