Gestión frente a infamia
Por José Antonio Sánchez Serrano, vicesecretario de Territorial del PP de Madrid.
Vivimos momentos muy lamentables en nuestro país, donde la palabra ha dejado de ser importante, donde el honor ha pasado a ser algo casposo, donde la mentira se admite como cambio de opinión y donde la infamia queda disuelta entre una nube de humo mediático, la mayoría de las veces provocado por quien miente para que pasen desapercibidas sus infames decisiones.
En este inmenso ruido, donde quien gobierna con 22 ministerios y un gasto político que pasa desapercibido entre un escándalo mayúsculo con otro escándalo todavía superior, y donde ya nadie se acuerda de aquellos primeros escándalos de hace cinco años, donde el peor presidente de la democracia cambiaba un colchón porque sabía que no iba a poder dormir con Podemos en el Gobierno, iniciaba un camino con dificil retorno para España, y que por lo que se ve, le está funcionando bien ante una anestesia poblacional general, que parece que ahora despierta abriendo poco a poco los ojos de la operación a la que nos están sometiendo.
Los que cambiaban colchones, buscaban en ese momento, mientras que nos distraíamos con un personaje extrabagante con coleta, lo que ya hoy es un hecho, que pasa desapercibido ante el inmenso ruido, que es el control absoluto de todas las instituciones como el CNI, RTVE, la Fiscalía, la Justicia y todo lo que le pueda suponer un riesgo para abandonar su sillón.
Hoy, con el control de todo para perpetuarse en ese seguro que cómodo colchón, los españoles sufrimos el abandono de los servicios públicos que tanto les llena la boca y bolsillo, como los transportes e infraestructuras, que se lo digan a los extremeños cuando viajan en tren, de la sanidad, que se lo digan a todos los presidentes autonómicos que no encuentran médicos para sus hospitales y centros de salud, de la educación, o que se lo digan a los alumnos que reciben clases ideológicas pero no estudian la grandeza de un país con cientos de años de historia y a cambio contentamos a violadores, corruptos y malversadores que han ido aumentando sus privilegios.
Y mientras unos buscan ideologizar, dividir, separar, enfrentar y controlar a la sociedad, las políticas del Gobierno de la Comunidad de Madrid centran su esfuerzo en buscar el bienestar de los ciudadados garantizando la excelencia y la calidad de los servicios públicos, haciendo un esfuerzo administrativo para que los madrileños tengan los menores impuestos posibles.
27.558 millones de euros, este es el presupuesto para el 2024 para los madrileños, casi un 20% más que en 2022 donde todas las consejerías incrementan sus asignaciones presupuestarias, sobre todo las relativas a políticas sociales. Porque este gobierno ayuda, como ningún otro, a la gente que más lo necesita.
Destinamos, otro dato que no le gusta a la izquierda, 9 de cada 10 euros del presupuesto a gasto social, con una inversión histórica, por ejemplo, en Sanidad con más de 10.000 millones de euros, o en Educación con más de 6.400 millones de euros.
Una de las cosas que más nos preocupan en nuestros pueblos es la atención sanitaria más cercana, por eso este presupuesto refuerza la inversión en Atención Primaria en 2.572 millones de euros, primando la estabilidad con la incorporación como personal fijo de 14.000 profesionales ante la falta de cada vez más profesionales.
Y en nuestros colegios e institutos queremos mejorar, no sólo las instalaciones educativas, sino la plantilla de profesores, las ayudas al estudio, las becas, las actividades extraescolares y el fomento de la formación profesional, cada vez más demandado por las empresas. Para ello incrementamos el presupuesto hasta los 6.413 millones de euros.
Incrementamos también en este presupuesto los recursos para las políticas sociales hasta los 2.605 millones de euros, poniendo especial interés en fomentar la natalidad. Nuestros pueblos necesitan niños y en los tiempos que vivimos, ser padres es casi una causa heroica, por ello cualquier política que vaya destinada a incentivar la natalidad es en este momento esencial. Nosotros contemplamos en estos Presupuestos, a partir del 1 de enero, una nueva ayuda directa de 1.800 euros por hijo nacido, también para adopciones.
En nuestros pueblos, seguiremos ejecutando inversión en mejoras de infraestructuras y construcción de nuevas instalaciones públicas para los madrileños que como yo, han elegido vivir en el maravilloso Madrid rural, donde rodeados de naturaleza, tengamos los mejores servicios públicos. Y como una de las mayores preocupaciones que tenemos los que vivimos en pueblos es la seguridad, la Comunidad de Madrid va a destinar más de 70 millones de euros en dotaciones a las policías locales, a la vez que seguiremos reivindicando al ministro Marlaska que refuerce la Guardia Civil en nuestros municipios y deje de castigar a Madrid con una falta de efectivos cada vez mayor.
Y estas exitosas políticas reflejadas en unos Presupuestos responsables y realistas, afectan positivamente a algo tan importante para todos como es el Empleo. Madrid se sitúa en una tasa de paro del 9,60% de la población activa, mientras que en España alcanza el 11,60%. Y estamos convencidos de que estos Presupuestos que mantienen impuestos bajos, consolidarán el crecimiento económico y el empleo, pero seguiremos incentivándolo con planes como el de Empleo Joven con 100 millones de euros, o el plan de Impulso al talento digital.
Madrid viene aplicando desde hace años políticas liberales, sobre todo en lo que tiene que ver con los impuestos. Queremos que el dinero esté en el bolsillo de los ciudadanos, con datos que la izquierda se empecina en intentar desmontar tan simples como que, bajando impuestos, la Comunidad de Madrid recauda más, porque hay más inversión, y por tanto se consigue incrementar la calidad de los servicios públicos.
Mientras nosotros en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, estamos centrados en la gestión y en mejorar la vida de los ciudadanos, la izquierda sigue instalada en la infamia, en doctrinar a los españoles y en hacer ruido basando en mentiras para instalar un modo de gobierno totalmente distinto a la democracia que conocemos.