Mentiras, muros y fachoesfera
Terminamos el año 2023 en manos de un gobierno “Frankenstein” en el que Pedro Sánchez abrazó de nuevo el sillón de la presidencia, tras haber suturado con mentiras, opacidad y manipulación, los votos que le faltaban para obtener la mayoría que le devolviera a la poltrona de la Moncloa.
Sánchez prometía un gobierno de coalición progresista, presumiendo de que sus capacidades de diálogo y consenso le habían llevado a lograr el entendimiento entre tan variopinto grupo de socios. Y, al mismo tiempo, ridiculizaba a Núñez Feijóo desde la tribuna del Congreso, por no haber sido capaz de lograr semejante hazaña conciliadora, mientras reía con esperpénticas carcajadas, al no entender cómo alguien podía rechazar ser presidente del Gobierno. El gallego se lo dejó bien claro: “No, a cualquier precio”.
Y eso es, precisamente, lo que a Pedro Sánchez le toca hacer ahora, pagar el precio de los votos prestados, por supuesto, no gracias a su elocuencia y su capacidad de consenso, sino a importantes concesiones que, sin duda, ocasionarán un daño irreversible e irrecuperable para España. Lo hará retorciendo la ley y las palabras, cambiando de opinión y de preceptos (que no de principios, de los que carece). Que lo inconstitucional ahora deber ser constitucional, hágase. Que el terrorismo ahora debe hacer diferenciaciones entre malo y menos malo, hágase. Que hay que dar la razón a quienes señalan a los jueces, hágase. Que hay que perseguir a las empresas que abandonaron Cataluña ante la inseguridad jurídica de 2017, hagáse. Que hay que perseguir y censurar a los periodistas no afines ni sometidos a los que ahora hay que denominar pseudo periodistas, hágase. Que hay que insultar a millones de españoles que no comulgan con las atrocidades sanchistas, clasifiquémosles como “fachoesfera”.
Sánchez pasará a la Historia por ser el presidente que deliberadamente levantó un muro entre los españoles. Para él y su interesado séquito, un muro de contención frente a la derecha y la ultraderecha. Pero para el resto de españoles, el muro de la vergüenza que divide a ciudadanos otrora libres e iguales ante la ley, y que los convierte en ciudadanos de primera y de segunda.
Sánchez se ha vendido por un puñado de votos. Pero lo verdaderamente grave, es que ha hipotecado España. Ha atravesado líneas rojas en otro tiempo infranqueables y ya ni se molesta en ocultarlo o en aparentar la más mínima decencia.
Hemos sido testigos de cómo el líder socialista manipuló a sus votantes con mentiras, sentenciando imposibles sobre los cuáles más tarde dijo haber cambiado de opinión. Cuestiones tan graves y trascendentes como la Ley de la Amnistía o la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña y, después, ya veremos…
Los “pactos encapuchados” que Nuñez Feijóo premonizó en su discurso durante el debate de investidura de Pedro Sánchez, ya comienzan a mostrarse. Regalar la Alcaldía de Pamplona a los herederos de ETA solo fue uno de los primeros pagos.
Este es el desgobierno de Sánchez, el de los muros. Y del hágase al exprópiese, solo hay un paso. Suma y sigue.
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