Estamos a punto de cerrar un dietario, el de 2022, para abrir el del nuevo 2023. Año electoral, con comicios municipales y autonómicos en mayo, y generales, presumiblemente, en diciembre.

Al aproximarse las citas electorales, se reproducen los tópicos habituales. Como la huelga en la sanidad pública madrileña. Los partidos de la oposición, que nada han hecho durante la legislatura para mejorar las condiciones laborales de nuestros sanitarios, jalean ahora a sus activistas para que, disfrazados con batas blancas, trasladen a las calles un conflicto que no es tal.

La sanidad madrileña, aunque necesitada de mejoras, se encuentra en una situación envidiable si la comparamos con la de otras comunidades. Pero, es en esta autonomía donde se convocan manifestaciones, y no en las demás.

La huelga de médicos de Madrid no es una huelga de médicos. Es una maniobra política. Lo ha confesado la propia organización convocante de las protestas, AMYTS, la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid, que apadrina Mónica García, la portavoz de Más Madrid en la Asamblea regional.

El pastel se ha descubierto al filtrarse un audio, en el que se escucha a una sindicalista reconociendo que la consigna es no dar tregua hasta finales de abril, es decir, justo antes de que se inicie la campaña electoral para las autonómicas.

La grabación revela que el comité de huelga recibe instrucciones de Ángela Hernández, la secretaria general del sindicato AMYTS, para que la protesta se mantenga de forma permanente hasta ese momento, prescindiendo de las concesiones que el gobierno regional pueda hacer ante sus demandas. O sea, nada que ver con el asunto que dicen defender.

En 2002, en la Comunidad de Madrid existían 20 hospitales públicos. Esperanza Aguirre llegó al gobierno en 2003. Diez años más tarde, había 32 hospitales, 12 más. Solo en 2008 se pusieron en marcha ocho. E Isabel Díaz Ayuso afrontó la pandemia organizando una macroestructura en IFEMA, y levantando en tiempo récord el Hospital de pandemias Enfermera Isabel Zendal.

Nunca nos cansaremos de reclamar mejores condiciones para nuestros médicos y sanitarios. Pero tampoco, de denunciar la demagogia de la izquierda. No es lo mismo una huelga profesional, que una protesta organizada por intereses políticos y partidistas.