El sector cárnico en España da empleo a más de 2,5 millones de personas. En nuestra región existen 197 empresas dedicadas a la elaboración de estos productos, de las cuales el 97% cuentan con menos de 100 empleados. Son pequeñas explotaciones ganaderas de tipo familiar, que crean empleo y riqueza y contribuyen a disminuir el problema de la despoblación del mundo rural. La ganadería da trabajo en la Comunidad de Madrid a más de 110.000 personas. Aporta a España más de 15.000 millones de euros al año a la producción agraria. El sector cárnico factura más de 26.000 millones. Exportamos cada año 9.000 millones de euros de carne de máxima calidad a más de 130 países. La carne, que forma parte nuestra la dieta mediterránea, es un alimento completo, nutritivo y sano. No en vano somos el país donde la esperanza de vida es mayor.

Pero Alberto Garzón, el ministro de Consumo la ha tomado con nuestro modo de vida al afirmar que exportamos carne de mala calidad que, según sus delirios, proviene de animales maltratados. Es absolutamente falso. Las macrogranjas de las que habla Garzón no existen. Nuestro país cumple con una de las regulaciones más estrictas de Europa en cuanto a tamaño, exigencias ambientales, de bienestar y bioseguridad. Donde los animales son maltratados en macrogranjas es en su adorada y muy comunista China. De eso Garzón no dice nada. Porque no se trata de los animales, que no le importan. Se trata de decirnos cómo debemos de vivir.

Si malo es mentir en política, peor es arremeter contra sectores estratégicos del país. Garzón, ante su negativa a dimitir, debería de ser cesado por Sánchez, quien se hace cómplice de los desvaríos del comunista manteniéndolo en su puesto.

El gobierno no puede poner en riesgo, por más que las nuevas bioideologías aceptadas por los menos inteligentes del comunismo marquen la agenda política ministerial, al sector del que depende un 12% de nuestro PIB.

Sin embargo, a Sánchez España y el bienestar de los españoles le da igual. Lo único que pretende es mantenerse unos meses en la Moncloa, de donde lo desalojará Pablo Casado en cuanto se abran las urnas. Y para lograrlo debe de someterse a los caprichos, agenda e ideología de sus socios: comunistas como el inepto Garzón, comunistas como Yolanda Díaz o Ione Belarra, bilduetarras y separatistas. Ya está bien.