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Navalcarnero, centenarios rincones que rebosan historia y belleza

Navalcarnero, centenarios rincones que rebosan historia y belleza

Este municipio es famoso por sus asados y el simpar queso de oveja.

En Navalcarnero, miércoles 10 días del mes de octubre, año 1499, en presencia de mí, Floristán escribano, (…), reza el trampantojo cercano a la Plaza del V Centenario del municipio de la Sierra Madrileña. Difícilmente se me puede ocurrir mejor forma de presentar la preciosa localidad a la que hoy tenemos el privilegio de visitar y de la que trataremos de reflejar, en estas líneas, su gran riqueza arquitectónica e histórica.

Tal y como se puede leer en dicha plaza, junto al monumento de su fundación: En pleno Renacimiento, nace la villa de Navalcarnero, en el año de 1499 (…). Navalcarnero perteneció a Segovia hasta 1627, como tantos y tantos pueblos de nuestra sierra. De hecho, constancia de ello deja su propio escudo. Ya en el año de 1570 se instaló el Colegio de los Jesuitas, llenando la localidad con sus estudiantes. Precisamente, fue en este periodo cuando comenzaría el cultivo y la venta de uno de los vinos más importantes de la actual Comunidad de Madrid. Hay que decir que justo homenaje a la labor vinícola es el Museo del Vino que podemos encontrar en la plaza Alonso Arreo. Pero, continuando con el pasado de Navalcarnero, es de mencionar que en 1649 el Rey Felipe IV y Mariana de Austria, celebraron sus Bodas Reales aquí, de tal modo, que dos años después le otorgarían a la localidad, como agradecimiento, la concesión de Villa Real. Finalmente, en 1833 el municipio pasaría a formar parte de la provincia de Madrid.

Como muchos de nuestros lectores sabrán, además del vino, este municipio es famoso por sus asados y el simpar queso de oveja.

Llegamos, como es habitual en nuestro deambular por los bellos municipios de la Sierra Madrileña, a las proximidades del Consistorio, concretamente al antiguo ayuntamiento, situado en la famosa plaza de Segovia. En ella bulle la vida, la alegría y simpatía que caracteriza a los habitantes del lugar. Se trata de una plaza porticada con soportales, fachadas de colores y balcones de madera de edificios típicos del siglo XVI, muy al estilo castellano, y que nos retrotrae a otra época sin necesidad de echarle mucha imaginación.

Anexa a esta, podemos hallar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción que, junto a la Plaza, fue declarada Conjunto Histórico-Artístico. Se terminó de construir en el año 1520 y a lo largo de su historia sufrió varias remodelaciones, por lo que cuenta con varios estilos arquitectónicos. Sus dos torres, una más baja y ancha que la otra, siendo la segunda de estilo mudéjar y con capitel barroco, le otorga al conjunto un halo majestuoso. En el interior podemos hallar retablos de estilo barroco de distinta índole. Debemos destacar que fue en esta iglesia donde contrajeron matrimonio el rey Felipe IV y su sobrina, Mariana de Austria. Muestra de este enlace, tan transcendente para el municipio, es la Casa de las Cadenas, a la cual llegamos bajando por la cercana calle de Bernardino Beotas, hasta alcanzar la plaza de Francisco Sandoval, Primer alcalde del municipio surgido del régimen democrático nacido de la Constitución de 1978, tal y como reza la placa que allí podemos encontrar, y que es la actual ubicación del moderno ayuntamiento. La Fachada de la Casa de las Cadenas, es una réplica exacta de la que en su día existió y que fue reconstruida en 1998. En ella fue donde pasaron los días siguientes a su boda los monarcas, allá por el año 1649.

Regresamos sobre nuestros pasos, dejándonos envolver por el entorno y el agradable sol de finales de invierno, hasta alcanzar nuevamente la plaza de Segovia. Desde allí llegamos con facilidad a la Ermita de Santa Águeda, una construcción cuanto menos curiosa. Esta ermita está dedicada a Ágata de Catania, es decir, Santa Águeda, patrona de las mujeres de Castilla. Lo primero que llama la atención es la estrechez de su fachada. No obstante, si esto es sorprendente, más aún es su interior, donde la bóveda de la nave está dedicada a la exaltación de la Cruz y en cuyas pechinas aparecen los Apóstoles. Al fondo destaca un conjunto escultórico con Santa Águeda como protagonista.

Despreocupados ponemos rumbo, pasando por delante de las llamativas Casas Parroquiales San Simón de Rojas, hacia la Ermita de San Cosme y San Damián, recorriendo la calle de la Constitución. Como indica el cartel de la entrada, probablemente se trate de la ermita más antigua de Navalcarnero, cuya existencia se remonta, por lo menos, al año 1582. Se trata de un bonito edificio de ladrillo visto con una campana. Adosada a este, se halla una pequeña capilla dedicada a San Pedro para recordar que en 1882 fue reconvertida en el hospital del mismo nombre. Desde 2003 volvió a ser Ermita.

Llega la hora de despedirse, siendo conocedores de los muchos rincones que hemos dejado de mencionar, tales como el humilladero de San Ignacio de Loyola; el humilladero de la Virgen de la Cueva; la ermita de San Roque; la ermita de la Veracruz; los cruceiros de granito, que se hallan por todo el término municipal; los famosos trampantojos, murales en fachadas de una realidad ficticia y que logran engañar a la vista del que los contempla; plazas, parques, museos y un largo etc., pues, cada rincón de Navalcarnero esconde una sorpresa y, si no me creen, les invito a que lo visiten para sorprenderse, tanto como lo hacemos nosotros cada día con todos los bellos pueblos de la Sierra Madrileña.

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