Ruta Sur: Múltiples posibilidades paisajísticas

Ruta Sur: Múltiples posibilidades paisajísticas

Su clima y orografía hace posible el cultivo de productos de altísima calidad.

Desde paisajes secos y solitarios hasta pueblos de cultivo de regadío pasando por villas escondidas entre la vegetación o municipios con un riquísimo patrimonio histórico, la parte sur de Madrid nos ofrece múltiples posibilidades paisajísticas. 

Uno de los lugares interesantes de esta zona de Madrid es el Municipio de Campo Real, lugar que merece la pena ser conocido paseando. Su mayor atractivo reside en su Iglesia de Santa María del Castillo, sus ermitas y sus rincones, parajes y fuentes.

Así mismo, Campo Real produce unas extraordinarias aceitunas que pertenecen a la variedad de Manzanilla de Campo Real y Manzanilla Cacereña, que se caracterizan por su intenso color verdepardo y su gran calibre. El secreto de las aceitunas de Campo Real radica en la excelente calidad de la materia prima y en su particular aderezo artesanal, que cuenta con más de 200 años de tradición, preparado con productos naturales, que les proporcionan su exquisito sabor y su aroma inconfundible.

La temporada de recolección empieza en octubre, mes en el que las aceitunas alcanzan su punto justo de madurez y color. Una vez recolectada rama por rama a mano se conserva en depósitos de salmuera manteniéndose allí hasta el momento de su aderezo.

Los olivares de la Comunidad de Madrid que se concentran en la mitad sur producen un aceite de oliva virgen de baja acidez, color amarillo brillante, con ribetes verdosos y con un fragante aroma.

Son productos sanos y naturales, de larga conservación, al mantener íntegras todas sus características sensoriales y dietéticas.

Los términos municipales que destacan en esta actividad son Villaconejos, Chinchón, San Martín de Valdeiglesias, Villarejo de Salvanés y Morata de Tajuña.

Aranjuez, situada a 47 km de Madrid tiene un alto valor como lugar turístico y como productor de dos de los productos más típicos de la Comunidad de Madrid, el espárrago y las fresas.

Desde los tiempos de Felipe II fue denominado Real Sitio. Visita obligada para cualquiera que haga turismo por Madrid es el Real Palacio, la Casita del Labrador o el Jardín del Príncipe. Es también un enclave natural de primer orden para la práctica del remo y el piragüismo; no en vano ha sido elegida sede de estos dos deportes en el proyecto Madrid 2012.

La fresa de Aranjuez es superior en aroma y sabor a cualquier otra variedad.

Pertenece a la especie Fragaria Vesa, de carne rosada y frutos pequeños y muy aromáticos, variedad llamada “Tradicional de Aranjuez”. Se adapta con facilidad a diferentes terrenos y superficies, así como a climas templados y fríos. El único problema que plantea es su recolección, ya que debe ser necesariamente manual, realizándose entre los meses de mayo y junio. Desde el Siglo de Oro se habla de los espárragos de Aranjuez. Éstos se caracterizan por un color verde intenso, gran frescura y ternura reconocida.

Tienen un contenido muy alto en fibra, siendo su yema terminal cerrada, carnosa y cubierta de escamitas triangulares.

Los suelos óptimos para el desarrollo y crecimiento de estas plantas son fértiles, profundos y bien drenados y en nuestra comunidad se dan, además de en Aranjuez, en Ciempozuelos y en Titulcia.

Ciempozuelos, ciudad reconquistada por Alfonso VI, tiene interés monumental por su Plaza Mayor con soportales, así como por la iglesia de la Magdalena, donde se conservan dos lienzos atribuidos a Claudio Coello. También Titulcia, cruce de caminos en la antigüedad, guarda entre sus tesoros un cuadro del hijo del Greco en la iglesia del mismo nombre de estilo gótico.

La Comarca de Las Vegas produce toneladas de melones que invaden el mercado en la época estival. Es una zona de producción con condiciones ecológicas óptimas para su perfecto desarrollo tanto en regadío como en secano.

El melón es una planta anual sensible a las bajas temperaturas y cuyos frutos son jugosos y perfumados. Las variedades cultivadas en la Comunidad de Madrid son autóctonas: Mochuelo, Piel de Sapo, Puchero y Largo Negro.

Se caracterizan por su sabor dulce, fruto de la variedad y de la cuidadosa recolección que garantiza su consumo en el punto justo de maduración. Su especial cultivo, su acierto en la corta y su calidad corresponde a los meloneros de Villaconejos, los cuales gozan de merecida fama nacional. En este pueblo de trazas manchegas que se beneficia de su centralidad en la comarca y de su proximidad a las vegas, no se puede dejar de visitar la Iglesia de San Nicolás de Bari, del siglo XVI.

Terminaremos nuestra ruta sur visitando Chinchón, municipio que coloniza un pequeño monte, configurando un callejero con forma de herradura, “chincho”, en cuyo centro, en la parte más baja, se encuentra su curiosa Plaza Mayor. En 1502 se celebró allí la primera corrida de toros en honor del monarca Felipe el Hermoso y Felipe V le otorgó el título del Real Coso Taurino. En su iglesia parroquial de la Asunción, se venera el cuadro de la Asunción de la Virgen de Goya.

Los campos de la zona de Chinchón poseen condiciones climatológicas y edafológicas excelentes para el cultivo del ajo blanco. Sus tierras son muy fértiles, ricas en azufre, sueltas, calizas, bien drenadas, lo que permite obtener un ajo blanco de pequeño tamaño, prieto y regular, con un aroma muy intenso.

Además, la singularidad de sus tierras que permiten la formación de compuestos sulfurados, imprimen al ajo de Chinchón su peculiar aroma y sabor.

En la actualidad, la Comunidad de Madrid dedica 452 hectáreas a este cultivo, quedando la zona de producción limitada a las comarcas de la Campiña y las Vegas, específicamente a los municipios de Chinchón, Colmenar de Oreja, Valdelaguna y Titulcia.

Pero quizá lo más conocido de Chinchón sea su anís. Fue muy conocido en la antigüedad siendo citado en numerosas ocasiones como alivio de dolores y beneficioso para afecciones estomacales.

Sin embargo, habría que esperar hasta el siglo XVII para que empiece a elaborarse en el municipio de Chinchón.

La obtención del anís comienza con la maceración del grano de anís en alcohol y agua entre doce y catorce horas.

Después se procede a la elaborada y cuidadosa destilación en alambiques de cobre, donde radica la calidad del afamado anís.

La Denominación Geográfica de Chinchón contempla los siguientes tipos de anís: Seco Especial, Extra Seco, Seco y Dulce. 

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