Tus lágrimas, Isabel, son las nuestras

Tus lágrimas, Isabel, son las nuestras

 

De luto riguroso. Con un sobrio traje pantalón negro, sobre blusa del mismo azabache. El pelo recogido en una pequeña cola. El único toque de luz, los guantes de látex, de color lila. Y su mirada. Ojos tristes, pero brillantes, de los que brotaron lágrimas que no son solo suyas, sino de todos nosotros.

Isabel Diaz Ayuso lloró en la misa en La Almudena en recuerdo a los fallecidos por el coronavirus. El rímel de sus pestañas enturbió esas lágrimas, que se ennegrecieron como nuestra propia vida, con nuestro propio luto.

La presidenta de la Comunidad de Madrid fue criticada en las redes sociales por aquellos que consideraron que la suya fue una “pose hipócrita”, que su dolor fue solo una acción de propaganda ante las cámaras. A diferencia de lo que dijeron de Margarita Robles, cuando su voz se quebró en su discurso de clausura de la morgue del Palacio de Hielo, cuando alabaron esa debilidad como gesto que humaniza a los políticos ante la tragedia, a Isabel Díaz Ayuso la vilipendiaron. Los propagandistas de la izquierda son los que determinan cuáles son las actitudes sinceras frente a insensibles máscaras de hipocresía.

Nada criticaron cuando Pablo Iglesias sollozó ante la fosa número 115 del cementerio valenciano de Paterna, en la que podrían encontrase los restos de un tío suyo, al que no conoció, y que formó parte de La Motorizada, la unidad de cachorros socialistas que fue la escolta personal de Indalecio Prieto, sus escuadrones de la muerte.

Ese es el doble rasero de la izquierda que, desde su pretendida superioridad moral, se niega a decretar duelo por las decenas de miles de españoles que están falleciendo a causa del virus. En los edificios de la administración del Estado no hay banderas a media asta; en la televisión pública no se lucen crespones negros; desde la dirección del PSOE se ordena a sus alcaldes que no se organicen homenajes ni se permitan ceremonias de luto.

Socialistas y comunistas, a diferencia de lo que hicieron en la crisis del Ébola, en la que organizaron algaradas para acusar al gobierno del PP de asesino, ahora quieren desterrar cualquier alusión a la muerte: el ejecutivo de Sánchez e Iglesias maquilla las cifras de fallecidos, prohíbe las autopsias, no autoriza protestas, evita que se muestren féretros por televisión y pone a la Guardia Civil a su servicio para minimizar el clima contrario al gobierno.  La campaña de imagen y el beneficio político, por encima de la tragedia, del dolor de los ciudadanos, para enmascarar su mala gestión.

Presidenta Díaz Ayuso, gracias por sus lágrimas, por su dolor, por su respeto a nuestros muertos, por su gestión al frente de la crisis, por su sacrificio y por demostrarnos que es una más, como nosotros, que sufre con nosotros y que llora con nosotros. Tus lágrimas, Isabel, son las nuestras.

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