Algo más que un retoque cosmético
Muchos observadores han querido ver en la remodelación ministerial llevada a cabo por Pedro Sánchez un simple lavado de cara del gobierno para ofrecer una imagen de juventud y renovación. Pero la crisis, que algunos han bautizado ya como la “Masacre de San Cristóbal”, puesto que se llevó a cabo el 10 de julio, festividad del patrón de los conductores, es bastante más que un simple retoque cosmético. En primer lugar, ha conseguido el objetivo inmediato: desde el momento en que se estrenaron nuevas caras en el gabinete, se dejó de hablar, de forma automática, de los indultos concedidos a los sediciosos de Cataluña. El movimiento, que todos esperaban pero del que nadie conocía detalles, ratificó algo ya sabido: que Sánchez es un killer sin escrúpulos, capaz de liquidar al que, hasta entonces, había sido su fiel escudero, José Luis Ábalos, que le acompañó en los perores momentos y que fue el muñidor del trabajo sucio más delicado, como el Delcygate, la subvención a Plus Ultra o los acuerdos para la moción de Murcia.
Otra víctima. El considerado todopoderosos jefe de gabinete, Iván Redondo, el gurú de Moncloa a quien se atribuyen todas las estrategias, fue fulminado en una demostración de Sánchez de que es él, y solo él, el que manda, y que nadie le mueve los hilos. Pero el alcance político del movimiento tiene más recorrido. Se trata de componer un equipo que pueda afrontar las elecciones municipales y autonómicas que se celebrarán dentro de dos años, tal como apuntó, muy acertadamente, Alicia Sánchez Camacho en una intervención en Los Intocables de Distrito Televisión.
Sánchez está ya fabricando a sus nuevos líderes territoriales. Eso explica que haya escogido como portavoz del gobierno a una mujer sin ninguna proyección política o mediática a nivel nacional. Isabel Rodríguez, que fue alcaldesa de Puertiollano y portavoz de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, es la elegida para sustituir a un Emiliano Garcia-Page, que ha sido demasiado explícito en sus críticas a los indultos. Una desconocida alcaldesa de Gandía, Diana Morant, releva a Pedro Duque en la cartera de Ciencia e Innovación para hacerse un cartel como futura candidata en la Comunidad Valenciana, en sustitución de un ya amortizado Ximo Puig.
Y para Cataluña, Sánchez ya eligió delfín. Salvador Illa ocupa el puesto de un Miquel Iceta al que ha desterrado a un ministerio, el de Cultura y Deportes, que le aparta de las negociaciones en la Mesa de Diálogo con los separatistas. El movimiento de Sánchez no es una puntada sin hilo. Es el inicio de un pespunte para una costura que tiene que estar perfectamente rematada en el plazo de dos años.