Madrid eterno

Madrid eterno

Fatigada por la ardua labor nocturna de elevar las mareas de las aguas saladas que recortan los continentes, de guiar a los marineros que perdidos en las profundidades oceánicas no lograr atisbar ningún faro en tierra, y de iluminar pueblos y sendas en la sierra madrileña, la luna se retira discreta. Comienza un nuevo día.

El cielo aún es gris y el aire fresco mueve las hojas de los árboles en el Paseo de Recoletos. Se escucha el silencio. Y mientras un grupo de gorriones altaneros abandona El Retiro hacia la calle Alcalá, Cibeles y Neptuno se lanzan un guiño cómplice de compañeros perpetuos.

Los primeros rayos de sol inundan de colores naranjas y rosados los adoquines de la Puerta del Sol, junto al kilómetro cero. Madrid amanece. Se rompe el silencio. Ya se escucha la algarabía de niños que van al colegio, el sonido de los cierres metálicos de negocios que comienzan una nueva jornada, los pasos apresurados de turistas deseosos de conocer tanta belleza como ofrece Madrid y de probar la maravillosa gastronomía madrileña.

La Plaza Mayor comienza a abrazar en sus soportales de piedra a gentes que vienen y van, que se asoman a los escaparates que brindan a los transeúntes todo tipo de artículos, y que entran en los bares y tabernas para deleitarse con la gastronomía madrileña y sus famosas tapas. En esta emblemática plaza se mezclan aromas centenarios, historia y personajes de leyenda.

Ya es mediodía, y el sol luce con todo su esplendor sobre el en el Barrio de las Letras, un museo en sí mismo, pura historia de Madrid… En muchas de sus casas han nacido, vivido o fallecido, relevantes personas de nuestra Literatura y sus calles han sido testigo de numerosos episodios y lances que a lo largo de los siglos han ido tejido la personalidad de esta ciudad para llegar a ser la capital que hoy es.

Así es Madrid.  Alma castiza, crisol de culturas, cuna de emblemáticos personajes, escenario de muchos de los más trascendentales episodios nacionales… Madrid es una chulapa valiente, generosa con los visitantes y que sonríe al mundo mientras mira con orgullo al cielo porque sabe que desde ella se llega siempre al azul eterno.

Este es mi Madrid, tu Madrid. El Madrid de los madrileños y el de los que no son madrileños. Quiero este Madrid. Que no nos lo toquen quienes pretenden trasformar el cielo en infierno, porque nos encontrarán enfrente para dar la batalla. Madrid es eterno.

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