Los ángeles nunca se jubilan

Los ángeles nunca se jubilan

Fue en San Lorenzo de El Escorial. Hace unas semanas, los ancestrales muros del Real Centro Universitario Mª Cristina acogieron el II Encuentro Nacional de Retirados Asociados de la Guardia Civil (RAGCE), una entidad creada en 2018 que vela por los derechos e intereses de aquellos agentes de la Benemérita que ya no están en el servicio activo por retiro, accidentes o enfermedades.

Aunque pasan a esa situación, ellos consideran que jamás pierden su condición de guardias civiles. Por eso, desde hace años, vienen reclamando el derecho a poder vestir uniforme en actos sociales o militares, a tener una acreditación que les identifique como miembros del Instituto Armado, a recibir un trato más próximo y familiar por los agentes que siguen en activo y a poder participar en algunas de sus actividades.

Ha sido esta asociación, RAGCE, la que, en apenas seis años de existencia, ha conseguido alcanzar la mayoría de esos objetivos. Su fundadora y presidenta nacional es Lucía Llano, una mujer que, en cuanto cumplió los 18 años, ingresó en la Academia de Baeza en 1991, en la 97ª promoción, la cuarta que aceptaba mujeres. Hija, nieta, bisnieta y tataranieta de Cuerpo, quiso ser guardia civil desde niña. Y lo consiguió, pero una artritis reumatoide la obligó a pasar a retiro. Fue en esa situación donde comprendió la frustración de muchos compañeros en similar circunstancia: no se consideraban jubilados, puesto que, para ellos, su pertenencia al Cuerpo no era un trabajo, sino una vocación, una forma de vida. Se trata de una cuestión de honor, porque tal como reza el Himno a los Caídos de Martín Garrido Hernando, “no quisieron andar otro camino, no supieron vivir de otra manera”.

El discurso de la presidenta de RAGCE en este encuentro —desgranando los logros obtenidos tras grandes desvelos— fue especialmente emotivo y puso al auditorio en pie en una gran ovación, mientras ella pedía a todos sus compañeros de la junta directiva que la acompañasen en el escenario. Mismas ovaciones de admiración y respeto se produjeron con la presencia del coronel Diego Pérez los Cobos, que recuperó por sentencia judicial su puesto como jefe de la Comandancia de Madrid, tras haberse enfrentado con valentía al propio ministro, que trató de forzarle a incumplir su obligación. O ante el coronel Manuel Sánchez Corbí —uno de los oficiales más respetados del Cuerpo—, que fue jefe de la UCO y artífice de la liberación de Ortega Lara. También, con el recuerdo a los caídos y el homenaje al “héroe del monopatín”, Ignacio Echeverría, que agradeció su padre.

Lágrimas, abrazos y emociones en un encuentro que evidenció que activos y retirados comparten el mismo corazón benemérito. Porque los ángeles nunca se jubilan.

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