Aprendiz de dictador

Aprendiz de dictador

Sánchez está en La Moncloa no para gobernar España, sino para perpetuarse en el poder, sin fecha de caducidad, siguiendo el ejemplo del narco dictador Maduro, a quien tanto aprecia y con quien tanto compadrea bajo la cómplice mirada del ex presidente Zapatero. No sé si es lo más triste, pero sí es vergonzoso y muy lamentable, que esto es una realidad que todos los españoles sabemos y, a pesar de ello, el tipo sigue ahí, apoltronado, mirándose cada día al espejo y preguntándole si hay alguien más guapo, más inteligente, mejor negociador por la concordia y la convivencia, menos manipulador y mentiroso… Pero el espejo no responde. Al faraón Sánchez no hay quien le responda porque como dijo un día el erudito ministro de Transportes, Óscar Puentes: “es el puto amo”.

Pues sí, el puto amo ha venido para quedarse. Y para ello, incendiará toda España, y disfrutará viéndola arder, como Nerón disfrutó contemplando cómo las llamas devoraban la ciudad de Roma.

Sánchez ha aupado a un puñado de ineptos en su Gobierno, estómagos agradecidos, que permanecerán férreamente a su lado, porque sin la protección de su amado líder y la posición que éste les ha propiciado, son conscientes de que volverían al lodazal, al verdadero lodazal… Mientras, responsables de ministerios han dejado a violadores y agresores sexuales en las calles; al transporte ferroviario sumido en un caos; a las personas que pidan ayuda para conciliar su vida profesional con la familiar, desprotegidos ante la posibilidad de ser despedidos procedentemente; a los Cuerpos y Fuerza de Seguridad debilitados y sin recursos; a los okupas campando a sus anchas; el precio de la vivienda imposible; una crisis migratoria sin precedentes; las mujeres cosificadas; los hombres criminalizados; la familia sin valor;  la seguridad ciudadana por el subsuelo; y una imagen internacional paupérrima, entre tantos y tantos despropósitos.

Pero insisto, Sánchez no está en La Moncloa para Gobernar España y procurar el bien común de la sociedad española. Su sanchidad está por encima de todas esas cuestiones plebeyas. Cercado por la corrupción y preso de los grupos minoritarios independentistas y herederos de los terroristas de ETA, en su hoja de ruta prevalece por encima de cualquier otra cuestión, eliminar todo aquello que pueda suponer un contrapeso a su ensoñación de ser algún día el Jefe vitalicio del Estado. Para ello retorcerá, aún más, cuantas leyes considere oportunas, regalará la llave de la financiación propia a Cataluña, seguirá amnistiando a traidores, malversadores y delincuentes, señalando a jueces, persiguiendo a periodistas, criminalizando a artistas y aplastando a ciudadanos con todo el peso del aparato del Estado.

Sánchez no hace una bien ni cuando rectifica, porque su objetivo no es hacer el bien. Un político jamás debería alcanzar las riendas de un Gobierno para resistir sino para gobernar. Pero ¿qué se puede esperar de un tipo que presuntamente escribió un libro al que tituló “Manual de resistencia”? Él resistirá. España, ya veremos.

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