Domingo 28 de mayo. Hace ya bastante tiempo que comenzó la cuenta atrás, pero ahora, de forma oficial, somos conscientes de que quedan menos de 90 días para la celebración de unas nuevas elecciones municipales y autonómicas en España.
Los distintos partidos que conforman el espectro político de nuestro país, parece que se han esmerado en buscar los candidatos más idóneos, en cada caso, para encabezar sus listas municipales, una empresa nada sencilla, que culminará con éxito o con fracaso, dependiendo de los resultados electorales.
Nos esperan tres meses interesantes, los periodos pre y electorales siempre lo son. Y en este contexto, es un auténtico privilegio cubrir cada día la labor informativa de casi medio centenar de municipios de la Comunidad de Madrid, lo que proporciona una visión y un conocimiento más que interesante sobre la realidad de cada uno de estos pueblos y ciudades.
Así, a lo largo de estos cuatro años de la última legislatura, hemos podido ser testigos e informar de la forma más próxima y cercana, de situaciones absolutamente extraordinarias como la pandemia que se llevó casi todo por delante, o la devastadora nevada Filomena. Pero también hemos sido observadores de la cotidianidad de los municipios, de su devenir diario, de su impulso y desarrollo -en algunos casos-, y de su estancamiento e inactividad -en otros-. Y resulta más que evidente que en esas situaciones de desarrollo o estancamiento mucho han tenido que ver los políticos en el gobierno y también los de la oposición.
Fuere cual fuere su signo político, sus siglas y su ideología, una gran mayoría de alcaldes y alcaldesas, junto con sus equipos de Gobierno y con la cooperación de sus respectivas corporaciones municipales, se han dejado la piel trabajando por sus vecinos, con ilusión, con proyectos, con ganas… propiciando esperanza, equilibrio y desarrollo para sus pueblos y ciudades.
Pero como en cualquier faceta la vida, existe un reverso de la moneda, en este caso con políticos -igualmente de cualquier color y militancia- que llegaron a los Ayuntamientos (al gobierno o a la oposición), para vivir del cuento, para lucir palmito, y con el objetivo de apoltronarse en el sillón de sus respectivos cargos, utilizando la fórmula magistral de mantener un perfil bajo y de no hacer ruido.
No ha sido una legislatura fácil. A fenómenos extraordinarios como la pandemia, los desastres meteorológicos y una crisis económica global galopante, se han unido dificultades añadidas, como los nuevos modelos de gobiernos “Frankestein” propiciados por la fragmentación de los tradicionales bloques políticos y el surgimiento, a partir de ellos, de nuevas formaciones, que obligaron a ensamblar pactos de gobierno, en muchos casos, entre partidos con ideas antagónicas, para poder formar gobiernos. Y este nuevo panorama multicolor que algunos auguraban resultaría magnífico en aras de la participación, la diversidad, y el control y la fiscalización al poder de las mayorías, más bien ha resultado todo lo contrario, un permanente tejido de conflictos, de tensiones y de inacción. A todo ello hay que sumarle, en demasiados casos, la falta de una oposición responsable que sistemáticamente se ha limitad a decir No, a cualquier iniciativa por muy beneficiosa y necesaria que pudiera resultar para su municipio y sus propios vecinos, solo porque la habían propuesto sus contrarios.
Los partidos políticos han hallado meritorios candidatos para encabezar sus nuevas listas electorales, pero también es cierto, que han tenido que nombrar a otros por descarte. Volveremos a ver políticos con vocación de servicio público, gestores responsables, personas que se dejan el alma por su pueblo… Pero, lamentablemente, también volveremos a padecer políticos inanes, narcisistas y carentes de toda empatía. Será a partir del próximo 28 de mayo. Alea jacta est.