El INE ha confirmado que el IPC, el impuesto silencioso que liquida las clases medias y bajas, ha subido un 8,7% en marzo. Entre los productos que más han subido, además de la luz, el gas y las gasolinas (29%), se encuentran los alimentos. El aceite de oliva se ha encarecido un 36,5%. La botella de marca blanca se encuentra por encima de los 4 euros. Un palo a las familias. También han subido las pastas (27,9%), harinas (25,5%), huevos (25,3%) y hasta los condimentos (18,8%). La paella, hoy, es un lujo. Como el cafelito de después de comer. La tasa de subida del precio de los alimentos ha sido del 11%, la más alta desde hace 28 años. En mayo la gasolina volvió a subir un 3,8% y no parece que vaya a bajar en los próximos meses.

¿Y qué hace el gobierno? Culpa a la guerra de Ucrania. Lo cual es una falsedad. Hoy la gasolina es más cara en España que en Alemania o en Francia, la inflación española es la más desbocada de Europa. Y es que tenemos un gobierno al que no le importan las personas. Solo le importan su ideología y el poder. El dinero de nuestros impuestos no se utiliza para mejorar la vida de la gente. Sánchez se niega a deflactar el IRPF o bajarnos los impuestos para que tengamos mayor renta disponible, las familias lleguen algo menos apuradas y fin de mes y, sobre todo, seamos nosotros los que decidamos en qué nos ganamos el dinero que con nuestro esfuerzo ganamos. Lo usa para tratar de cambiar las costumbres privadas, sobre las cuales legislan. Lo que convierte a este gobierno, además de en inepto, en totalitario. El gobierno de Sánchez es un desastre autoritario. Urgen elecciones.