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Pablo Iglesias o la fatal arrogancia

Pablo Iglesias o la fatal arrogancia

 

Hayek publicaba en 1988 su último libro: “La fatal arrogancia”. En él analizaba cómo el desprecio y la arrogancia de los socialistas hacia el orden espontáneo llevaba a la planificación central. En España, uno de los máximos representantes de esta ingeniería social es Pablo Iglesias, quien fuera líder de la extrema izquierda y que hoy sigue mandando en Podemos.

Pablo pretende, como todos los totalitarios, cambiar la naturaleza humana. El hombre nuevo. Y siempre cree saberlo todo. Narcisismo en estado puro. Confunde opinión con conocimiento y los pone en el mismo plano. Así es Él. De ahí que a buen seguro se haya cogido un enfado monumental al denegarle la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense plaza como profesor asociado. ¡Cómo osan! ¡Se van a enterar!

Lo cierto es que “coleta morada” no ha podido probar un mínimo de tres años de experiencia profesional relacionada con la plaza o el haber ejercido su actividad profesional fuera del ámbito académico universitario. Vamos, que fuera de la algarada no ha dado un palo al agua. El rey está desnudo y la Junta de Facultad lo ha puesto de manifiesto.  

Desconozco los méritos que Iglesias, doctorado en Ciencias Políticas, tenía en 2014 para alcanzar el nombramiento como profesor honorífico, más decorativo que académico, pero que le permitió presentarse ante los españoles con la vitola de profesor universitario y ser adorado por el periodismo menos exigente. Iglesias, intelectualmente, es un chisgarabís.

Para formar a estudiantes se requiere algo más que un podcast y ser contertulio de La Ser.  Las universidades deberían de ser templo de excelencia, mérito y esfuerzo. Justo lo contrario a lo que representa el populismo podemita. Afortunadamente, la Facultad de Ciencias Políticas no ha permitido a este Maestro Ciruela ser profesor. Una buena noticia.

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