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Ahora, Abogacía

Ahora, Abogacía

 

Ejercer la profesión de abogado es una de las cosas más apasionantes que puede experimentarse en la vida y, también, de las que mayor responsabilidad conllevan.

La pasión de esta bendita profesión, que es la abogacía, se experimenta desde el mismo momento en el que personas ajenas a tu vida te encargan la inmensa responsabilidad de defender sus propios intereses, ahí es nada…

Pero, además de servir a intereses particulares, la abogacía, como colectivo, también tiene un peso cualitativamente importante para el conjunto de la sociedad. España se configura como un Estado de derecho y esta realidad significa que todos los miembros de una sociedad, incluidos los responsables políticos y el propio Gobierno, se consideran igualmente sujetos al imperio de la Ley.

Si a lo anterior añadimos el derecho fundamental que se establece el artículo 24 de la Constitución Española: “Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”, podremos inferir, aún con mayor convencimiento, en la importancia que tiene la profesión de la abogacía para la sociedad, haciendo posible la asistencia y dirección letrada en el fundamental y legítimo derecho de defensa que asiste a cualquier ciudadano en España.

En mi opinión, compartida por la de otros colegas, quedan, sin embargo, algunas tareas importantes que reclamar de la abogacía en España: los abogados, debemos estar e influir en el propio nacimiento de las leyes; los abogados, debemos ser tan respetados como, al menos, el resto de los profesionales jurídicos: jueces, fiscales, LAJ, etc.; los abogados, debemos participar en los asuntos políticos que afectan a la sociedad…

La abogacía, en definitiva, debe ser la Institución que fue en siglos pasados. Una abogacía con peso específico dentro de la sociedad; una abogacía con un papel determinante en la configuración de las leyes, como asesor permanente del Legislativo; una abogacía que sepa proteger a sus colegiados frente a los ataques o las faltas de respeto que se dirijan contra aquéllos.

Porque, volviendo a poner en el lugar que le corresponde y protegiendo a la abogacía, se estará protegiendo también y, sobre todo, a la sociedad. Cuando un abogado ejerce su profesión y asiste a un justiciable, está representando los intereses legítimos de un tercero y, eso, significa mucho. Con una abogacía fuerte, libre, independiente, cohesionada y unida, se podrá articular de una forma mucho más eficaz el sagrado derecho de defensa de cualquier justiciable y, con ello, el Estado de derecho se verá fortalecido.

Un grupo de juristas hemos querido dar un paso adelante en pro de los objetivos anteriormente citados. Para ello, bajo la nomenclatura: “Ahora Abogacía” (www.ahoraabogacia.es), hemos formado una plataforma en la que venimos a expresar y a reclamar el verdadero papel que a la Abogacía le corresponde en nuestro Estado de derecho. Estamos convencidos en que muchos otros colegas de la profesión también apoyarán el manifiesto de esta plataforma.

Por la profesión, por la sociedad, por todos: ¡Ahora, Abogacía!

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