La bondad de España sobre el volcán y la DANA
Será difícil que olvidemos el dolor inmenso sufrido en España a consecuencia del fenómeno natural conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA). El horror vivido por la absoluta devastación que arrebató de cuajo cientos de inmuebles, vehículos y enseres personales de muchos ciudadanos no es, pese a ello, comparable a la indescriptible angustia y tristeza que supone la irreparable pérdida de las más de 200 personas que fallecieron en aquellos fatídicos días.
El trauma por la tragedia de la DANA revive, además, las heridas aún no cerradas por otros recientes fenómenos que también hicieron tambalear las vidas y el arraigo de sus gentes, como así ocurrió en la bella isla española de La Palma, a consecuencia de un volcán que decidió expulsar toneladas de lava de forma tan abrupta, como inesperada.
Echando la mirada atrás, sigo pensando en las sensaciones y sentimientos que me producen estas tragedias acontecidas en España. Por una parte, me vienen sensaciones de tristeza, impotencia, dolor, rabia, …, derivadas todas ellas, por lo que, quizá, se podría haber hecho mejor y no se hizo, por lo que podría haberse evitado y no se evitó, Conviene recordar, además, que aún quedan muchas víctimas y damnificados a quienes por un deber no sólo moral, sino también legal y de responsabilidad política se exige y obliga a atender y a compensar.
Pese a tanta zozobra exterior y a este desasosiego interno por las sensaciones descritas, mi mente y mi alma se sienten algo compensadas y reconfortadas por la enorme bondad y la grandeza de sus actos que exhibieron los miles de españoles anónimos. Por todos aquellos conciudadanos de gratuita generosidad hacia los demás, quienes no dudaron en arriesgar sus propias vidas para salvar las de sus semejantes, quienes no dudaron en ofrecer hasta sus últimos alimentos y bebidas para alimentar al hambriento y al sediento, quienes no dudaron en ayudar recogiendo con sus propios medios las toneladas de rocas volcánicas o de lodo acumulado en las calles para que los vecinos pudieran volver a circular y entrar en sus maltrechas viviendas.
Es cierto, vimos a gentes crispadas por la situación, vimos a responsables políticos no sabiendo estar a la altura de los acontecimientos, apaleándose de nuevo unos a otros, tal y como ya representó a principios del siglo XIX el excelso pintor, Francisco José de Goya y Lucientes en su magnífico cuadro “Duelo a garrotazos”, pero no es menos cierto que, ante tanta desgracia y tragedia, en España, volvió a resaltar el bien por encima del mal.
En este caso, sobresalió el inmenso bien de España sobre el volcán de La Palma y sobre el lodo de la DANA, muy bien representado por la inmensa y desinteresada bondad de miles de hombres y de mujeres que supieron y quisieron sacrificarse por los demás.
Descansen en paz las víctimas de la DANA. Mi abrazo para sus familias y seres queridos.