Imprimir esta página

Yo me confino, tú te confinas, él se confina…

Yo me confino, tú te confinas, él se confina…

 

España vive uno de los momentos más trágicos de su Historia. Es cierto que en esa tragedia no se encuentra sola, ya que este mundo globalizado no entiende de fronteras, y esta maldita pandemia azota sin piedad norte y sur, este y oeste. Pero en España, la falta de previsión, la dejadez y la ocultación por parte del Gobierno de Sánchez de lo que se nos venía encima, aun contando con informes previos de aviso y recomendaciones de la OMS, fueron el caldo de cultivo perfecto para que el Covid-19 se extendiera con toda celeridad y sin ningún tipo de cortapisas.

La gestión de esta crisis sanitaria por el Gobierno central ha sido de auténtica vergüenza. Aún podemos recordar el comportamiento bochornoso de Pedro Sánchez cuando en España se produjo la “crisis del ébola” en la que el saldo de víctimas fue un perro al que hubo que sacrificar por prevención y en bien de la salud común. Pues allí estaba Sánchez Castejón, gritando, con la mandíbula apretada y las venas del cuello en tensión, arengado a las masas contra el “criminal” Rajoy -entonces presidente del Gobierno- a quien exigía su dimisión por la “nefasta” gestión de aquella crisis.

Y, ahora…¿qué? En ocho meses han muerto más de 50.000 españoles por causa del Covid-19. Claro, son cifras no oficiales, puesto que el Gobierno central ha contabilizado -según sus cálculos- algunos más de 30.000, porque ni eso… ni contar a nuestros muertos, han sabido estos dirigentes chapuceros y sin escrúpulos que está padeciendo España.

Los ciudadanos españoles estuvimos dos largos meses confinados en casa, mientras la economía del país se iba al traste, pero tanto sacrificio no ha servido de nada. El freno a la expansión del virus resultó artificial y transitorio. Sánchez pensó que “doblegando la curva” había ganado la batalla al coronavirus, hizo las maletas y se fue de vacaciones a la playa. Y allí, recostado sobre una tumbona bronceándose bajo el sol, pudo disfrutar de unas “merecidas” vacaciones mientras muchos españoles se iban sumando cada día a las colas del paro, del hambre y de la desesperación.

Esto es muy grave, aunque parece que no se le ha dado la importancia ni la trascendencia que tiene… insisto, Sánchez se fue de vacaciones, en vez de estar partiéndose el alma por establecer un plan estratégico sanitario para afrontar esa segunda oleada que todo el mundo sabía que llegaría en el otoño.

El tiempo transcurre inexorablemente y, tal como alertaron los expertos mundiales -porque recordemos que el famoso comité de expertos que asesoraba al presidente Sánchez, jamás existió- de la mano del otoño, llegó la segunda oleada. De nuevo, tiempo para un nuevo estado de alarma, para toques de queda, restricciones de movilidad, confinamientos perimetrales, cierres de comercios y empresas, saturación de hospitales… Sin embargo, cuestiones de vital importancia en materia de prevención y control de contagios como el uso del transporte público, siguen resultando caóticas y descontroladas. Los aeropuertos reciben cada día miles de pasajeros desde todos los puntos del planeta, sin ningún tipo de control. Asimismo, siguen sin hacerse test de detección del virus de forma masiva a la población y los rastreadores no dan abasto.

Por norma general, el ser humano suele aprende de sus errores, pero está visto que en este asunto de la pandemia, algunos no aprenden o será que quizás no les interese aprender. De nada servirá que estemos de nuevo encerrados en nuestras casas, si no se articulan las medidas ni se ponen los medios necesarios para que cuando la situación se vaya de nuevo regularizando, focos tan importantes de contagio como el transporte público, las estaciones y los aeropuertos, sigan funcionando sin ningún tipo de control. Los españoles estamos en manos de un Gobierno incompetente y, desgraciadamente, la situación no tiene precisamente visos de mejorar.

Visto 2810 veces